“Laudate sie, mi signore, cun tucte le tue creature…
Laudate sie, mi signore, per sora luna e le stelle…
Laudate sie, mi segnore, per frate vento…
Laudato sie, mi signore, per sor aqua…
Laudato sie, mi signore, per frate focu…
Laudate sie, mi signore, per sora nostra matre terra…”[1]
Hno. Francisco de Asís.
Formada en mi niñez dentro de la Iglesia católica, apostólica y romana, como mis tías y abuelas, en mi rebelde adolescencia me volví atea radical como mi padre, en ese momento descubrí, que algunos ateos, estaban más cerca de Dios de lo que se consideraban estar algunos creyentes. Después, más allá de las religiones, los ateísmos y las rebeldías, encontré mi propio camino hacia mi esencia, un camino de encuentro conmigo misma, al que llamo vida interior, algunos lo llaman espiritualidad, otros le dicen tao … en fin, el cómo quieran nombrar este camino hacia el interior de cada uno de nosotros, no me inquieta, creo que debemos superar tantas palabras y formas que nos han hecho creer y crecer distantes, los unos de los otros, para encontrar y encontrarnos en las esencias, entonces comprenderemos, por suerte, que estamos mucho más cerca de lo que nos imaginamos y que es desde estos territorios comunes y esenciales, desde donde podemos hacer nuevas construcciones, nuevas formas de vivir y convivir en el planeta y transformar las diferencias en motores de mutuo enriquecimiento y aprendizaje.
Lo anterior lo considero un logro importante en mi vida, que ahora me ha permitido, por ejemplo, leer de manera desprevenida y sin prejuicios, la encíclica del Papa Francisco: “Laudato sí”[2], lectura que por suerte me ha llevado a releer la vida del Hno. Francisco de Asís desde una óptica más actual y darme cuenta de una parte, lo vigentes que están muchas de sus ideas y de otra, en cuanto hemos agravado, desde ese momento histórico, en que se dibujaban los albores de la naciente burguesía, hasta ahora y en escala planetaria, los males que al lado de ese mundo burgués naciente, también comenzaban a crecer.
Vivimos una crisis holística global a nivel planetario, generada por un modelo de convivencia antropocéntrico – el ser humano como centro de todo lo creado-, nacido en occidente y que se impuso con la modernidad, ahora puesta con mayor evidencia por la pandemia del COVID-19. Frente a esta crisis, nosotros, como humanidad actualmente viva, tenemos la gran responsabilidad de decidir, si seguimos avanzando por donde la gran mayoría lo están haciendo, enmarcados en ese modelo de convivencia que nos está llevando al caos ambiental y planetario, con la consecuente extinción de todas las especies de vida que en él habitamos, o giramos ahora mismo, en otro sentido esencialmente distinto, y permitimos que la vida continúe floreciendo en nuestro planeta sin romper la sinfonía universal de la cual hacemos parte.
A este giro al que los estoy invitando, todos podemos aportar siendo conscientes de lo que está pasando en nosotros y en nuestro mundo, y cómo cada uno está contribuyendo desde su cotidianidad en un sentido o en otro. Este acto de consciencia, nos ayudará a hacernos responsables de nuestros actos, pensamientos y palabras, y nos orientara en la realización de los cambios profundos que debemos hacer en nuestras vidas, buscando con ellos cada día ser mejores personas, trabajo que sabemos no es fácil, pero que es esencial y necesario para el cambio global, por lo tanto debemos hacerlo, incidiendo de manera positiva en todos los escenarios en los que influimos con nuestra propia existencia, tanto públicos como privados y de esta manera, estoy segura que formaremos un Nosotr@s sumado y multiplicado, que hará florecer con toda su fuerza, un otro paradigma de convivencia planetaria al hasta ahora dominante, estoy hablando de un modelo que nos permita una forma de vivir y convivir con todos los seres vivos en el planeta Tierra, entendiendo que como seres humanos no somos seres independientes ni dominantes de los demás seres vivos, incluida Nuestra Casa Común, la Madre Tierra, y que bien por el contrario, somos parte de esa red de la vida, en la cual todos estamos interrelacionados, interconectados y necesitamos que en ella todo fluya en equilibrio para que la vida en todas sus manifestaciones se preserve y se siga manifestando en nuestro Planeta.
Para lo anterior, es fundamental la práctica de unas virtudes éticas diferentes a aquellos valores que el modelo antropocéntrico nos ha enseñado, estoy invitando a practicar el ser solidarios, compasivos, amorosos, fraternos … en lugar de egoístas; Estoy hablando de ser colaborativos con los otros, en lugar de competitivos; Estoy hablando de dejar de buscar siempre sobresalir y ser los mejores a costa de los demás, y en su lugar buscar la realización personal en armonía con el bien común, con la colectividad; Estoy hablando de ser cuidadosos con nosotr@s, con todos y todo lo que nos rodea, en lugar de ser destructivos y creer que todo se puede utilizar y desechar sin ninguna consecuencia; Estoy hablando de ser responsables de nuestros actos, de saber que todo lo que hacemos tiene repercusiones en nosotros, en los otros y en nuestro entorno.
Aquí quiero volver la mirada a Francisco de Asís, quien en su momento de vida, renuncia a los valores, objetivos y métodos del capitalismo burgués temprano, dentro de los cuales nació y disfruto como hijo de uno de los grandes y poderosos comerciantes de telas de Asís: Pedro de Bernardone. Dice Niklaus Kuster (2002), que esta temprana burguesía dentro de la cual Francisco de Asís nació e hizo parte hasta su juventud,
……“apoyada en la industria, el comercio y los negocios financieros, genero una cultura urbana que privo del poder a la antigua sociedad feudal en su propio campo e impuso una jerarquía republicana común en muchos lugares. Pero al mismo tiempo creo una nueva pirámide social, que ya no se basaba en la nobleza ni en los antiguos dignatarios clericales sino en el dinero y la productividad. Los grandes mercaderes construyeron manufacturas textiles, dejando así a los tejedores en el desempleo, mientras ellos se compraban una casa tras otra. La división del trabajo, las innovaciones técnicas, la producción en gran escala y las relaciones comerciales extensas, condujeron entre 1.100 y 1.300 a una revolución económica en Europa. Si bien con ello se duplico la población que, al fin y al cabo, vivía mayoritariamente en las ciudades, también se mostraron las primeras formas de pobreza estructural masiva: los incapacitados para trabajar, los desempleados, o los artesanos mal remunerados, todos ellos hicieron surgir el proletariado urbano que llego finalmente a representar entre el 50 y el 70 % de ciudades como Florencia, Augsburgo, Viena y Basilea”[3]
Esta descripción que hace Niklaus Kuster del capitalismo burgués temprano en la época medieval, nos recuerda cosas que están pasando en este siglo XXI, solo que llevadas a dimensiones planetarias, como lo refleja el informe de Global Issues, del 14 de octubre del 2008:
“El producto Nacional Bruto de los 41 países más pobres y endeudados del mundo (con 567 millones de personas) es inferior a la suma de las riquezas de las 7 personas más ricas del planeta. Casi la mitad del mundo, tres mil millones de personas, subsisten con menos de 2,50 dólares al día. Casi mil millones de personas son analfabetas y entraron al siglo XXI sin poder leer un libro ni saber escribir su nombre. Mil millones de niños y niñas viven en la pobreza (uno de cada dos niños en el mundo), 640 millones de niños y niñas viven sin refugio adecuado, 400 millones de niños y niñas no tienen acceso al agua potable segura, 270 millones de niños y niñas no tienen acceso a los servicios, 10’6 millones murieron en el año 2003 antes de alcanzar los 5 años de edad (aproximadamente 29.000 niños por día).”[4]
Sumando a lo anterior varios agravantes, entre los cuales podemos mencionar: más de 40 conflictos armados activos en el planeta, millones de desplazados de sus casas a causa de esos conflictos, una crisis medioambiental, como no se había vivido nunca a escala planetaria, desde que apareció la especie humana en la faz de la Tierra… Delante de esto que estamos viviendo, algunas veces pensamos equivocadamente, que cada uno de nosotros no puede hacer nada, nos dejamos convencer de que éramos unos incapaces, unos incompetentes e impotentes para cambiar las cosas, que equivocados que hemos estado, quizás resignándonos a ello, también por comodidad.
Volviendo al Hno. Francisco de Asís, quien en su momento se encontraba rodeado por toda las comodidades que le generaba la cuna donde había nacido, encontró un vacío profundo en su existencia, que lo llevo a salir de su cotidianidad y darse cuenta de todo lo que sucedía en su propia ciudad y él ignoraba: pobreza, dolor humano, enfermedad, hambre … Francisco decidió salir de su zona de confort y realizar una búsqueda interior, que con el tiempo, lo llevo a descubrir y practicar varias cosas, de las cuales quiero resaltar algunas que considero, referentes importantes para los que vivimos en esta época:
La primera tiene que ver como su prédica sobre el cambio radical, que proponía en la vida de los hombres y mujeres, decía que ésta se daba en la vida cotidiana de las personas.
La segunda que quiero resaltar es que Francisco “convence, conmueve y entusiasma a las gentes no solo con sus palabras sencillas que hablan de la vida y la propia vida cotidiana”. También “lo hace con su comportamiento, su amor y su dedicación, los cuales apoyan, refuerzan y dan prueba de su mensaje” Kuster (2003). A esto es a lo que estoy invitando.
La tercera que quiero resaltar, es como encuentra la profunda interconexión que hay entre todos los seres vivos, incluido el planeta Tierra, lo hace con tal nivel de consciencia, que logra llegar a la esencialidad de lo existente, percibiendo a todos los seres vivos como hermanos, lo hace por qué se siente uno con todos y con el todo. No quiero pasar desapercibida la solicitud que hizo al momento de su muerte, de ser colocado desnudo sobre la Tierra con los brazos abiertos, yo lo interpreto como un acto simbólico de su integración con la Tierra viva, aun después de la muerte.
La cuarta es el Espíritu de Fraternidad que mueve a Francisco, basado en el amor a todos los otros que son sus hermanos y por lo tanto solo podemos ser fraternos como miembros de esa comunidad de vida – amor que para mí tiene la misma esencia, entre otras, de la solidaridad de que hablan los movimientos sociales o de la compasión que inspira a los Tibetanos o al mismo amor que predican los cristianos.
Y la quinta que de momento quiero resaltar es su no violencia, incluso cuando fue a reunirse con el Sultán el- Kamel, Francisco, en lugar de unirse a las cruzadas se aproximó a él, mediante el dialogo, en una actitud no impositiva sino sincera y de mutuo intercambio, que permitió establecer una dialogo entre ellos dos, quienes representaban dos culturas y dos visiones de mundo con muchas diferencias, pero también con territorios comunes, dentro de un ambiente de respeto y mutuo descubrimiento.
Creo que no hay un decálogo para avanzar en la construcción de un mejor mundo ahora, ni gurús de ningún tipo que nos indiquen el camino para el cambio, creo que éste surge desde nuestro interior, por ello es importante la vida que cada uno de nosotros desarrolle internamente, esto comenzara a generar cambios en nuestro mundo exterior, los que se debe manifestar de manera concreta, en nuestra vida cotidiana. Igualmente creo, que ha habido y hay vidas de mujeres y hombres conocidos y anónimos que en este momento, se transforman en potentes faroles que alumbran nuestros caminos como referentes vitales, entre ellos hoy quiero mencionar al Hno. Francisco de Asís y el Hno. Jorge Mario Bergoglio de Buenos Aires, el actual Papa Francisco.
Como lo plantea Leonardo Boff, “debemos construirnos en una mente nueva, con un corazón nuevo, superando el antropocentrismo, aplicando a todo el valor de la responsabilidad y del cuidado, sabiéndonos parte de la misma Casa Común de la vida, que es el planeta Tierra. Debemos sensibilizarnos ante toda vida, debemos consumir con responsabilidad individual y colectiva, con justicia, cambiando el valor de la competencia por la solidaridad y la cooperación. Debemos desarrollar una espiritualidad, una vida interior que este más allá de las religiones, porque es allí que nace el sentimiento de hermandad o de fraternidad que Anticipo San Francisco de Asís, porque es en el corazón donde nace el sentimiento de solidaridad de cooperación, todo ello nos ayudara a convivir con los otros sin agresividad”.[5]
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[1] Hno. Francisco de Asís, Cantico del Hermano Sol
[2] Documento Laudato si! Se puede bajar de: http://m.vatican.va/content/francescomobile/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
[3] KUSTER. Niklaus, (2003) El más humano de todos los santos. 2da edición, Barcelona, Herder Editorial.
[4]También se puede consultar el documento virtualmente en : www.otexto.net/?P=1547
[5] Video de Leonardo Boff las 4 ecologías. Ecología Integral. https://www.youtube.com/watch?v=eVmpdv6kGM8&list=PLEgp9nuNUtRKA5qokwqQCVRXUmtZ1n_xu
Sandra Campos, Ecologista www.biocivilizacion.org abogada, máster en gobierno de ciudad de la Universidad de Barcelona y productora ecológica del Ghee Caldes d’Estrac www.espaidelsilenci.com [email protected]
Foto tomada de: https://www.europapress.es/
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