Las opiniones de los ciudadanos sobre la república como sistema de Estado preferible a la monarquía siguen siendo un tema tabú en los estudios de opinión. Es un asunto sobre el que jamás pregunta el CIS y tampoco lo hacen las encuestadoras que tienen como clientes a los grandes medios de comunicación en España. Tanto es así que la encuesta encargada el pasado año por la Plataforma de Medios Independientes (PMI) de la que forma parte CTXT, financiada por donaciones de los seguidores de estos medios, tuvo un enorme impacto a pesar de que sus conclusiones fueron ignoradas por las televisiones.
Un año después acaban de conocerse los resultados de un nuevo estudio en el que se vuelve a preguntar a los españoles por la monarquía y la república. Hay datos muy llamativos sobre cómo se han movido las tendencias en solo un año. La insatisfacción general de la población con la monarquía ha crecido. La ventaja de los partidarios de la república frente a los monárquicos, en un eventual referéndum, ha pasado de 6 a 8 puntos. En lo que respecta a uno de los grandes valores asociados a la monarquía, su capacidad para aportar “orden y estabilidad”, los ciudadanos que rechazan que aporte tal cosa han aumentado 4 puntos hasta llegar a más del 40%. Ha aumentado también 5 puntos el porcentaje de ciudadanos que piensan que la monarquía es una institución impropia de esta época, llegando hasta el 53%. En lo que se refiere a los votantes de las diferentes formaciones políticas, los más republicanos son los de Unidas Podemos, pero llama la atención que los republicanos son también mayoría entre los votantes del PSOE (casi la mitad de sus votantes). Entre los jóvenes, siempre más favorables a la república, destaca el dato de aquellos entre los 18 y los 24 años; casi el 60% son republicanos frente a un 23% de monárquicos. Por territorios, destaca Catalunya como el más republicano.
A Felipe VI, por el contrario, le ha tocado ocupar la jefatura del Estado en un momento mucho más difícil para la monarquía. La abdicación de Juan Carlos (dicen los que saben que Rubalcaba jugó un papel muy importante en ella) se produjo tras unas elecciones europeas, en un momento en el que su descrédito y su degradación alcanzaban niveles insoportables. A partir de ahí Felipe tenía ante sí el reto de mantener la monarquía en un contexto de desmoronamiento inminente del sistema de partidos español ante el empuje de Podemos y del independentismo. Los dos efectos políticos más incuestionables de ambos movimientos han sido el agotamiento del Estado Autonómico como solución para afrontar la plurinacionalidad y la siempre difícil adecuación institucional del Estado español a su compleja realidad territorial y, en segundo lugar, el fin del sistema de partido único y de exclusión de los “comunistas” del Consejo de Ministros. Las cuatro elecciones generales celebradas entre 2015 y 2019 y la ofensiva de los medios y las cloacas contra Podemos fueron el intento de evitar que estuviera en el gobierno. No lo pudieron evitar pero si lo debilitaron electoralmente.
En ese contexto la monarquía hizo lo que quizá no tenía más remedio que hacer en la nueva coyuntura: tomar partido por la España más conservadora, convirtiéndose en el gran referente identitario de la derecha y la ultraderecha políticas, de la derecha que parasita el poder judicial y de los grandes poderes mediáticos conservadores. Aquel 3 de octubre de 2017, Felipe tomó la gran decisión de su reinado. Recuerdo que aquellos días, ante una crítica de Pedro J. a un nuevo monarca al que veía poco beligerante, discutía yo con Enric Juliana sobre lo que habría de hacer y de decir Felipe VI tras el 1 de octubre. Para Juliana la crítica de Pedro J. a Felipe era la mejor señal y esperaba un tono empático del rey que debería dirigirse a los catalanes con respeto e incluso en catalán. Pero ocurrió lo contrario y desde entonces a Pedro J. le encanta Felipe VI.
Hoy el “¡Viva el rey!” es el lema que une a Lesmes, a Abascal, a Ana Rosa, a Casado y a Pedro J. Los monárquicos son hoy un movimiento reaccionario con un enorme poder en Estado, en los medios y en poder económico. Ese movimiento se resiste a la modernización y a la democratización de España y está dispuesto a sumergir a nuestro país en la peor involución.
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