1. Evitar la reprimarización y ordenar el territorio
El primer reto de la economía colombiana es luchar contra la re-primarización de las exportaciones. En los últimos años se ha acentuado la dependencia de los productos agrícolas y mineros. En 1995 el café representaba el 19,5% de las exportaciones, el petróleo el 15,73%, el carbón el 5,9%, el petróleo refinado el 3,9%. Esta estructura de las exportaciones, que ya era bastante primaria, se primarizó aún más en el 2016, cuando el petróleo representó el 31% de las exportaciones, el carbón el 14,5%, el oro el 7%, el café el 6,2%, los bananos el 3,6% y las flores el 2,8%. La dependencia creciente del petróleo y del carbón es la mejor prueba del fracaso de la política económica. Una economía tan dependiente de los hidrocarburos y minerales es estructuralmente frágil.
Es claro que la bonanza minero-energética no se supo aprovechar, y los excedentes no se utilizaron para consolidar la industrial y la producción del sector agropecuario. En lugar de depositar toda la confianza en el sector externo es necesario consolidar el mercado interno, de tal manera que se reduzcan la dependencia de los precios internacionales de los hidrocarburos y los minerales. En el fortalecimiento del mercado interno se le debe dar relevancia a la modernización del sector agropecuario, buscando:
i) El estímulo al catastro multipropósito. Tal y como se deriva de los acuerdos de La Habana, la tarea primordial debería ser la consolidación del catastro multipropósito porque en la medida en que se vaya formalizando la propiedad es posible mejorar el funcionamiento del mercado de tierras.
ii) El ordenamiento territorial. En el país proliferan las instituciones que intervienen en el ordenamiento del territorio. Este entramado es ineficiente e inoperante. Es una paradoja que en medio de la abundancia de instituciones, de normas y de modalidades de ordenamiento, prolifere la minería ilegal, la deforestación, la contaminación y la sedimentación de los ríos, la destrucción de cuencas y de páramos, la urbanización sin control, etc.
El año pasado se observó una cierta recuperación del sector agropecuario. En gran parte debida a la devaluación del peso, ya que al aumentar el valor del dólar, la importación de alimentos se hizo más costosa, y ello estimuló la producción doméstica.
La modernización del campo debe ir a la par con un fortalecimiento de la industria. Para ello se requiere que haya estímulos, asesoría técnica, créditos disponibles a tasas de interés razonables. El Banco de la República ha bajado la tasa de referencia hasta 4,5% año. Y, en contra de lo esperado, los bancos continúan prestando a tasas elevadas (las tarjetas de crédito cobran intereses cercanos al 31% año). Las reducciones de los intereses que hace el Banco de la República no se transmiten a los clientes de los bancos comerciales. Y las altas tasas de interés que se pagan en Colombia no favorecen la productividad ni la competitividad.
La productividad agropecuaria tiene una incidencia significativa en el índice de precios (IPC). Como los alimentos tienen un peso tan alto (29%) en el IPC, si baja la inflación de alimentos, también se reduce la inflación general. Esta relación entre el precio de los alimentos y la inflación deja una lección importante: la estabilidad de los precios tiene que ver con factores reales, y no solamente con variables monetarias. Los bancos centrales suelen darle poca importancia a los procesos reales, como la producción de alimentos, y centran su atención exclusivamente en variables monetarias y financieras. La perspectiva se debe centrar en las variables reales. Y, en tal caso, el aumento de la oferta de alimentos debería ser una preocupación central de los miembros de la Junta del Banco de la República.
2. Mejorar la distribución del ingreso y de la riqueza
En el informe que acaba de presentar Oxfam [*] en Davos se pone en evidencia, una vez más, el aumento de la concentración de la riqueza y de la desigualdad. Los gobiernos no toman las medidas necesarias para mejorar la equidad. Están haciendo lo contrario, y la tendencia a la concentración se acelerará, sobre todo después de aprobada la reforma tributaria en Estados Unidos.
Los últimos gobiernos de Colombia reconocen que la distribución del ingreso y de la riqueza es pésima, pero no se toman medidas para contrarrestar esta situación. En el plan de desarrollo de Santos II se dice que el gobierno buscará la equidad, una mejor educación y la consolidación de la paz. En contra de estos propósitos, la reforma tributaria no redujo los impuestos a los ricos, así que la distribución seguirá empeorando.
El país no ha aprovechado las potencialidades de los impuestos al suelo y al urbanismo. Es importante que se aprovechen los instrumentos disponibles como el impuesto predial, la plusvalía y la valorización. El diseño de los cobros se puede hacer de tal manera que haya progresividad, y que la contribución vaya aumentando a medida que crece el ingreso.
3. Aumentar los salarios, comenzando por el mínimo
En contra de las opiniones usuales, Oxfam dice: “la aprobación por parte de los gobiernos de salarios mínimos es una buena manera de abordar la pobreza y la desigualdad” (Oxfam 2018, p. 48). La lucha contra la informalidad y el desempleo no se gana reduciendo el salario mínimo. Al contrario, mejores salarios estimulan la productividad, aumentan la capacidad de consumo de las familias, contribuyen a la equidad y favorecen el empleo. Esta mirada no es compartida por el gobierno y los empresarios, quienes siguen pensando que el mayor ingreso de los trabajadores es incompatible con aumentos en el nivel de empleo. Esta lógica es equivocada, ya que mayores salarios estimulan la demanda e incentivan a los empresarios para que mejoren la productividad.
4. Garantizar la sostenibilidad ambiental
La relación entre sostenibilidad ambiental y equidad ha ido ganando relevancia en el discurso internacional. La Ocde propone avanzar hacia el crecimiento verde. Y este proceso tiene que ir a la par con la equidad intra e inter generacional. Desde el punto de vista ambiental, la política pública de sostenibilidad tendría que girar alrededor de tres ejes: crecimiento verde, equidad, ordenamiento territorial. Estas tres condiciones son necesarias para conseguir la sostenibilidad, y mantener ritmos de crecimiento adecuados.
JORGE IVÁN GONZÁLEZ: [email protected]
8 de febrero de 2018
NOTAS
[*] OXFAM., 2018. Premiar el Trabajo, No la Riqueza. Para Poner Fin a la Crisis de Desigualdad, Debemos Construir una Economía para los Trabajadores, No para los Ricos y Poderosos, Oxfam, London.
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