Estanislao Zuleta (Elogio de la Dificultad)
En este largo y pesado escrito presento algunas cifras relacionadas con los eventos electorales ocurridos recientemente en Colombia. Además, intento describir y analizar los hechos políticos más relevantes. Elaboro y propongo algunas ideas que pudieran servir para continuar avanzando como fuerzas democráticas y progresistas en el terreno electoral (que no lo es todo pero que se debe afrontar). Seguramente habrá que reflexionar más profundamente. pero -por ahora- es lo que tengo para aportar.
Las cifras y los hechos
Se realizó la 1ª vuelta presidencial en Colombia el pasado domingo (29.05.2022). El progresismo con Gustavo Petro obtuvo el 40,32% de los votos. La sorpresa la dio Rodolfo Hernández con la Liga Anticorrupción (“derecha alternativa”) logrando el segundo lugar con el 28,15%. Las derechas históricas y el uribismo con Federico Gutiérrez fueron las grandes derrotadas con el 23,91%. El “centro tradicional” con Sergio Fajardo se hundió catastróficamente con el 4,2% de la votación.
Esos resultados alteran en forma drástica la dinámica de la política colombiana que anunciaba una confrontación entre el candidato del Pacto Histórico y el representante de las derechas tradicionales, lideradas por el “uribismo”, en donde el horizonte de triunfo para las fuerzas democráticas y populares parecía estar al alcance de nuestras manos. Mucho más cuando la aspiración planteada por Gustavo Petro era ganar en la primera vuelta (“cambio en primera”).
Para actuar en concordancia con los hechos se debe comprender el fenómeno en su complejidad. Hay que identificar el comportamiento de la población (electores) por zonas y regiones y por clases y sectores sociales, intentando explicar el relativo éxito de Hernández. No se puede desconocer tampoco o minimizar el avance de las izquierdas y el progresismo en Colombia que hace 4 años había obtenido con Petro en 1ª vuelta 4.855.069 votos y ahora consiguió 8.432.545 votos.
Es cierto que el mapa de los resultados es muy similar a lo ocurrido en el referendo por la paz de octubre de 2016 (Mapa 1). Se pueden traslapar los resultados obtenidos por Petro y los que lograron el “SI” en el referendo, y hay muchas concurrencias. Igualmente, las zonas en donde Gutiérrez y Hernández obtuvieron su votación, coinciden -en gran medida- con las del “NO” en el referendo.
Sin embargo, hay que profundizar en el análisis para no caer en conclusiones simplistas que nos pueden llevar a cometer graves errores.
Hay que recordar que en 2016 la abstención fue de 62,57% en todo el país y por circunstancias especiales en la Costa Atlántica alcanzó el 73%. Al contrario, en las elecciones presidenciales de 1ª vuelta del pasado 29 de mayo la abstención bajó al 46%. Y por otro lado, es importante precisar que el rechazo ligeramente mayoritario al acuerdo de paz reflejó no solo la resistencia tanto a las Farc como a la campaña demagógica, politiquera y fantasiosa del presidente Santos.
No obstante, es cierto que toda elección es una encuesta con un gran universo de consulta que nos envía una información valiosa que no podemos desconocer. Pero, no es cierto que todos los que votaron por el SI son progresistas y demócratas, y que todos los que votaron por el NO son conservadores y reaccionarios. Y menos que los votantes “pro-Si” fueron los que votaron en 2022 por Petro y los que votaron “pro-No” lo hicieron por Hernández y Gutiérrez. Y aún, si esa coincidencia fuera absoluta, hay que validar la posibilidad de que las gentes puedan cambiar su preferencia política así no coincida enteramente con la nuestra.
Hay que destacar que en la región donde lograron mayorías los candidatos “no petristas”, sin desconocer la significativa votación obtenida por el Pacto Histórico en esos municipios y departamentos (Eje Cafetero, Santanderes, Boyacá, Cundinamarca, Tolima, Huila, Meta y Caquetá), habitan y trabajan importantes sectores de pequeños y medianos productores agropecuarios (café, arroz, papa, leche, panela, cacao, frutas, etc.), que participaron también en el “estallido social” de 2021 y han luchado al lado nuestro en muchas batallas.
No obstante, su participación en el Paro Nacional se diferenció sustancialmente de la ocurrida en las grandes ciudades y en el Suroccidente colombiano (Valle, Cauca, Nariño). Días después de iniciado el Paro, al observar que los bloqueos les afectaban sus procesos productivos y de comercio, se pusieron de acuerdo con los camioneros y autoridades locales para levantarlos, aunque en muchas partes continuaron participando en la movilización social con marchas y plantones pacíficos, sin dejarse provocar por las fuerzas infiltradas del Estado o de grupos armados ilegales para provocar violencia y caos.
Continuando con el análisis de las elecciones, vamos a ver si es cierto que todos los que votaron por Rodolfo Hernández se corresponden con los que votaron por el NO en el referendo por la Paz, y que, por tanto, dicha situación es una manifestación de que el “uribismo” sigue totalmente vivo y vigente. Veamos la siguiente Tabla 1 para intentar dilucidar esos hechos:
Es importante precisar que en la categoría de “fuerzas pro-paz, democráticas y/o progresistas” desde 2016 hasta 2018 se incluyen a sectores “alternativos” (Polo, ColHumana, Verdes y otros) y en las “fuerzas pro-guerra, conservadoras y reaccionarias” se incluyen a los partidos tradicionales y de derechas liderados por el uribismo, sin olvidar que en el referendo de 2016 algunos sectores tradicionales comprometidos con el presidente Santos votaron por el SI.
Se puede observar que desde 2014 hasta la primera vuelta de 2018, las fuerzas de la “paz” se mantienen entre un 49,79 y un 52,29%. En la segunda vuelta de 2018, dichas fuerzas encabezadas por Petro bajan a 43,65%, cifra muy similar a la lograda por el Pacto Histórico en mayo de 2022. Ello se puede explicar por el hecho de que el llamado “centro” explosionó y se difuminó hasta ser reducido al 4,2% que obtuvo Sergio Fajardo, a pesar que había logrado atraer algunos sectores “santistas” y liberales para la coalición del Centro Esperanza.
Por tanto, analizando las cifras agrupadas y consolidadas con esos referentes y criterios, podemos decir que Petro y las fuerzas que lidera con el Pacto Histórico han dado un salto de calidad entre 2018 y 2022. Pasó de obtener 4.851.254 de votos en 1ª vuelta de 2018 a lograr 8.527.768 de votos en la 1ª vuelta de 2022, sumando -en lo fundamental- algunos sectores liberales rebeldes. Es realmente significativo dicho crecimiento y aún podría haber sido superior si no se hubieran cometido algunos errores que provocaron cierto estancamiento.
Sin embargo, no es totalmente cierto ni es políticamente acertado plantear, como lo ha hecho Petro en entrevistas posteriores al 29 de mayo, que el conjunto de los votantes de Rodolfo Hernández se pueden asimilar a los que votaron por el NO en el referendo de la Paz o que sean personas que no quieren el “cambio”, y que detrás de esa votación está la mano de Uribe.
La siguiente tabla 2 muestra los resultados por candidatos obtenidas en mayo 29 de 2022 y nos sirve para tratar de dilucidar o comprender con base en cifras concretas, lo que realmente ocurrió en este evento electoral y, por tanto, actuar en concordancia con dichos resultados.
A pesar que los principales dirigentes del Centro Democrático (uribismo) y los principales partidos tradicionales (liberal, conservador, La U y parte de Cambio Radical) se alinearon con Gutiérrez, se puede observar que en relación a los 10.373.080 de votos obtenidos por Duque en la 2ª vuelta de 2018, 5.315.070 de esos electores decidieron desconocer ese mandato y se alinearon con Rodolfo Hernández (cifra que surge de la diferencia con los votos obtenidos por Gutiérrez).
Eso le da un margen de 638.139 de votantes que Hernández le habría tomado al “centro político” o a otros sectores, mientras que el grueso de su votación proviene de los partidos que apoyaron a Duque en 2018. La pregunta que surge es: ¿Dicho fenómeno es resultado de una “orden secreta” o una “estrategia oculta” del uribismo para “jugar con dos (2) caballos” para finalmente unificarse y derrotar al “petrismo”?
¿O la alternativa a lo ocurrido puede plantearse en términos diferentes? ¿Se presentó una verdadera rebeldía dentro de quienes seguían al uribismo y a los partidos tradicionales, de personas que se cansaron de seguir detrás de esas camarillas o quisieron buscar un camino para salir de la confrontación con las izquierdas? ¿Gentes que abandonan a Uribe pero que no quieren juzgarlo en los tribunales? ¿O que, aunque por diferentes razones no están dispuestas a votar por Petro, encontraron genuinamente una manera de deslindarse del uribismo y vieron en Hernández una alternativa para salir de esa situación?
Es difícil saber la verdad. Lo que es cierto es que existe un segmento importante, posiblemente cerca de la mitad de la población votante que se resiste en este instante -por una u otra razón- a apoyar a Petro y al Pacto Histórico. Y allí es donde surgen otras preguntas de importancia política para el momento actual: ¿Es correcto de cara a una segunda vuelta plantear que todos los que le votan o apoyan a Hernández son uribistas porque son antipetristas? ¿Acaso dicha afirmación no genera el efecto contrario dado que enfurece a los que no son uribistas y alienta a los uribistas a apoyar con mayor fuerza y entusiasmo al candidato rival y “emergente”? ¿Y por qué, más bien, no nos preguntamos qué hemos hecho mal a lo largo de la campaña para romper con el abstencionismo que pareciera ser la única forma de superar el llamado “antipetrismo”?
El estancamiento del Pacto Histórico después del 13 de marzo/22
El 13 de marzo se logró en las consultas interpartidistas un significativo triunfo por parte del Pacto Histórico (5.818.375 votos) frente a 4.145.691 del Equipo por Colombia y 2.287.603 del Centro Esperanza, Petro empezó a crecer en las encuestas hasta llegar a un tope de 42-43%. Sin embargo, el crecimiento se detuvo alrededor de abril. Dicho crecimiento sostenido fue el que hizo prever al mismo candidato que se podría ganar en primera vuelta. No obstante, ello no ocurrió. ¿Qué pasó?
Lo que se puede observar siguiendo el desarrollo de las encuestas es que mientras Petro se dedicó a sumar fuerzas y personajes provenientes de los partidos tradicionales desechando -de alguna manera- el empuje fresco y valiente que representó la llegada de Francia Márquez, y se enfrascó en una lucha abierta con Federico Gutiérrez (Duque II y Uribe III, decíamos entonces), paralelamente empezó a crecer de manera subrepticia la candidatura de Rodolfo Hernández, restándole al principio a Sergio Fajardo y en la recta final a Gutiérrez (y posiblemente también al Pacto).
¿Ese crecimiento paralelo o “alternativo” es resultado únicamente de una buena asesoría política, comunicacional y digital (Ángel Becassino y Víctor López) o se corresponde con un vacío que el Pacto Histórico no logró llenar a tiempo? Es posible que sea resultado de ambos factores, pero es necesario y responsable plantearse lo que pueden ser nuestros errores para poder rectificar a tiempo. En forma sintética los planteo:
- Se le entregó la dirección del Pacto Histórico al antiguo “santismo” con la idea de conservar las fuerzas de la “paz”. Ese cálculo falló.
- Aunque había que atraer y recibir apoyos de otros partidos, se le ha dado excesivo protagonismo a los políticos tradicionales lo cual en las regiones y localidades genera cierta confusión y desánimo. El caso de Medellín es dramático, la alianza con el alcalde no trajo mayores frutos como lo demuestran las cifras.
- No se ha aprovechado a Francia Márquez. Ella fue cooptada y “deslumbrada” por la tarima y los aplausos, y por tanto, no se diseñó para ella una estrategia conjunta pero diferenciada.
- Nos dejamos llevar a una campaña de tensiones, ataques y tramas de calado tradicional, politiquero y personalista. Similar a como nos dejamos provocar en el estallido social.
- No orientamos ni controlamos a nuestros “petristas fanáticos” que son un lastre pesado.
- No fuimos lo suficientemente cuidadosos en la escogencia de algunos candidatos al Senado que se han convertido en una carga “maluca” que nos la explotan los contrarios.
- No logramos deslindarnos totalmente de la sombra de las Farc (sin desconocer y apreciar su “sacrificio”).
- En la forma de hacer campaña no hemos innovado. Así la historia, el programa, el discurso y nuestras intenciones sean de cambio, en la manera de hacer política nos quedamos atrás.
Gustavo Bolívar lo decía haciendo el balance del 29 de mayo: “Nos dejamos quitar las banderas de la anticorrupción y del cambio que creíamos tener en nuestras manos por siempre”. Hoy quien aparece –sin serlo en lo más mínimo– como agente o factor de cambio es Rodolfo Hernández, quien se jacta de haber logrado sus resultados electorales con unas pocas vallas, ninguna propaganda impresa, nada de concentraciones públicas y una estructura electoral construida con la gente por medio de las redes sociales. Su frase de cajón le ha dado excelentes resultados: “Recibo todos los apoyos pero no les cambio el discurso”.
Después del 29 de mayo, el Pacto Histórico ha continuado -en lo fundamental- por la misma línea. Recibiendo apoyos y haciendo acuerdos “por arriba”. Pasamos de ser una fuerza que retaba al establecimiento oligárquico y quería cambiar a las instituciones cooptadas y al servicio del gran capital, los grandes terratenientes y al narcotráfico, a tener que llamar a los partidos tradicionales y a los grandes empresarios a defender las “instituciones democráticas” que están siendo amenazadas por el candidato Hernández (el “antipolítico”, “antisistema”, “populista”, “autoritario” y “uribista”). Hemos pasado de “arañar al cielo” a “nadar en el purgatorio”.
Tenemos todo para ganar si corregimos
Para lograr el triunfo electoral el próximo 19 de junio tenemos una historia, un gran candidato, un buen programa y un pueblo que ha demostrado gran capacidad de lucha. Sin embargo, en las actuales condiciones todo depende del candidato y de su capacidad para corregir. Si no corrige, es poco lo que podemos hacer desde las bases y los activistas.
La verdad es que los resultados logrados por el Pacto Histórico el 29 de mayo demuestran que nuestro pueblo avanza por vías democráticas, tal vez no a la velocidad que muchos quisiéramos y por los caminos que imaginamos, pero avanzamos.
Por ello, una correcta lectura de los resultados del pasado domingo es fundamental para hacer rectificaciones necesarias y sencillas. Sugiero algunas:
- No revivir artificialmente a Uribe y avanzar sobre los avances democráticos.
- Rescatar la bandera de la paz, la unión de los colombianos y la reconciliación.
- “Cogerle la caña” al candidato rival sin necesidad de ataques personales.
- No darle tanta vitrina a políticos aliados y a los “acuerdos por arriba”.
- Revisar la estrategia de comunicación (mensajes más cortos y menos retóricos).
- Controlar a los “petristas fanáticos y obsesivos”.
- Abrir más cauces democráticos dentro del PH con direcciones democráticas y participación de gente de las bases. Escuchar realmente a la gente.
- Menos tarimas y aplausos y más sentido práctico.
- Medir a nuestros contrincantes con la misma medida con que nos medimos nosotros.
Nota: El señor Rodolfo Hernández no es garantía de cambio en Colombia. No obstante, entre más se lo ataque más se le ayudará a crecer. Es cierto que puede terminar como o convertirse en un Trump, Bolsonaro, Bukele o Duterte, porque existen las fuerzas sociales y tendencias políticas y culturales a nivel global que empujan en esa dirección aprovechándose de los errores y de la debilidad de los demócratas y de las izquierdas. En gran medida Hernández es “nuestra creación” (de igual manera a como la “izquierda armada” construyó a Uribe).
Fernando Dorado
Foto tomada de: Revista Semana
Deja un comentario