De tal manera, que el resultado de este fallido intento de sabotear la implementación de los acuerdos de paz, aunado al también fracaso de servir de lacayo de los interés imperialistas de los Estados Unidos frente a la arremetida contra el gobierno venezolano de Nicolás Maduro, están contribuyendo políticamente a la conformación de una unidad de partidos que hoy se alinderan en defensa del proceso de paz, de la autodeterminación de los pueblos y de consolidar una gran oposición política en Colombia; alianza que dista mucho de los propósitos trazados por el uribismo de hacer fracasar el proceso de implementación de los acuerdos de la Habana y de marcarle un rumbo retardatario y retrogrado al futuro de la política colombiana.
Estos batutazos de la derecha colombiana contra la paz cuya partitura es interpretada fielmente por el presidente Iván Duque, ha contribuido, incluso, a que algunos movimientos y partidos políticos como Cambio Radical, La U y el Partido Liberal, avancen en procesos de unidad en la diferencia. Estos partidos y movimientos políticos han encontrado puntos de coincidencia para actuar de manera mancomunada no solo en temas de la política nacional, como el plan de desarrollo, el voto negativo de las objeciones y otros aspectos de la agenda legislativa pendiente; sino también, en el propósito de sumar potenciales esfuerzos electorales para incidir de manera importante en los procesos políticos regionales y locales que se avecinan.
A la torpe política del presidente Duque y su incapacidad en la conducción del proceso de la gestión pública demostrada hasta ahora con el enredo en el trámite de plan de desarrollo nacional, al cual le fueron colgados decenas de micos en el congreso; se suma, la actitud desafiante del bachiller Macias, presidente del Senado de la República, quien pretende enredar con leguleyadas el trámite de las objeciones que se avecina en el Senado la próxima semana, debido a que pone en duda en que cámara se debería discutir primero el asunto de la solicitud de las objeciones presidenciales.
Allí, en las próximas sesiones del Senado de la República pretenderán de nuevo insistir en desafiar al Estado Constitucional colocando en duda la jerarquía de la norma superior que permite mantener la seguridad jurídica y constitucional del Estado Social de Derecho, argumentando vicios de procedimiento que no existen.
De otro lado, la actitud turifiraria de servir en bandeja nuestro territorio nacional para que los interés del presidente Trump y de la oligarquía colombiana contra el hermano país de Venezuela puedan ser alcanzados pisoteando nuestra soberanía nacional, y el torpe manejo de los conflictos sociales; hacen que el proceso de gobernabilidad del presidente Duque se vea seriamente afectado; y el cacareado pacto que pregona por Colombia termine siendo un acuerdo contra la paz, la soberanía nacional y contra los propósitos pacifistas del movimiento social y democrático de mejorar las condiciones de vida y existencia material; actitudes del gobierno que desdibujan nuestra dignidad de un país respetuoso de los acuerdos sociales alcanzados con el movimiento popular, y de los pactos y convenios internacionales.
A esos partidos políticos, algunos de ellos tradicionales, que hoy se perfilan como independientes del gobierno nacional, es preciso abordarlos con una agenda para la transición política desde los movimientos alternativos que se declararon en oposición al inicio del mandato del presidente Duque. Es, estratégicamente necesario, que se promueva una agenda patriótica entre la Colombia Humana y sectores de la nueva oposición representada en estos partidos disidentes del gobierno uribista; agenda, que permita construir un programa mínimo para actuar conjuntamente, no solo hacia un proceso exitoso de implementación de los acuerdos de paz y hacia una transición democrática en Colombia; sino también, sobre la posibilidad de disputar con éxito el poder local contra la extrema derecha uribista en las próximas elecciones.
Se debe convertir la unidad de todas las fuerzas políticas y democráticas en una obsesión permanente bajo la perspectiva de construir una Colombia más justa, prospera y en paz. Esta es la tarea que se impone frente al crisis política e institucional que se avecina debido a la incapacidad demostrada por el gobierno de Iván Duque en la conducción del país; y de su torpeza política en el manejo de la creciente protesta cívica y popular; que hoy día, nuevamente se evidencia, frente a la negativa de conversar adecuada y oportunamente con el movimiento social y popular como quedó demostrado con el reciente desplante que hizo al movimiento indígena en la población de Caloto al no asistir a la plaza pública a darle cara al conflicto.
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Héctor Alonso Moreno Parra: Profesor Universitario
Foto obtenida de: ELTIEMPO.COM
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