Para Benjamin, la revolución no era el tren descarrilado que marcha a toda velocidad para cambiar el mundo, sino todo lo contrario, la revolución es el freno de emergencia de ese tren de la historia. Un alto en el camino para repensarnos, reconstruirnos y evitar asi el ir a toda velocidad, sin la capacidad suficiente para cambiar el rumbo, e inevitablemente estrellarnos de frente con nuestras propias contradicciones.
De ahí que las revoluciones lo primero que interrumpen es el tiempo mecánico y lineal, signado actualmente por el despertador y los horarios rutinarios del trabajo, y nos introducen en un tiempo peligroso y desquiciado porque, al final todo paro, es un paro en nuestra concepción del tiempo, una interrupción para que pensemos los argumentos con los que pretendemos reescribir la historia, desenmascarar lo que se nos ha presentado como único destino, y frenar los abusos desbordados de quienes usufructúan el sistema económico y social imperante; y no una lista de mercado para negociar con el poder de turno unas prevendas y llamarlas pliego de peticiones.
Por eso esta revolución, o estallido social que vive el país debe ser vista, como nos indicó Benjamín, como un freno de emergencia, porque nuestra sociedad se esta precipitando descarrilada por los rieles de la corrupción, la desigualdad social, la violencia y el daño inmisericorde a la naturaleza. Un proceso catastrófico que llevó a la miseria y a la pobreza a millones de habitantes del país y devastó e hizo inviables a inmensas franjas de territorio rural y urbano periférico de muchas zonas y ciudades de Colombia.
No es hora tampoco para esos diagnósticos pesimistas, que pululan en entrevistas y comentarios de pasillo o redes sociales, y que invitan a la desilusión, la desesperanza y la torpeza; por el contrario, es hora de grandes propuestas, de arriesgadas apuestas, de ideas que abran vías de solución, y no catastróficas teorías sin salida, que solo sirven para autosatisfacer los egos onanísticos de una intelectulidad tan inutil como dañina.
El sentido original de la palabra, de origen griego, “crisis” viene de la medicina, y hace alución a el momento crucial en que un cuerpo mejora o muere. Y es en ese momento en que hay que tomar las decisiones acertadas para salvar la vida. Por eso los chinos escriben la palabra crisis con dos ideogramas, donde uno ideograma significa peligro y el otro, oportunidad.
Nuestra crisis nacional ha tocado fondo, al punto que el miedo, la rabia, la angustia y la incertidumbre agobian como nunca el sentir de los colombianos, pero especialmente de una juventud incomprendida, desesperada y resuelta a todo por encontrarle sentido a un mundo que se les antoja vacío, por eso es necesario recordar lo que lúcidamente expresó el poeta alemán Friedrich Höderlin: “Allí, donde crece el peligro, crece también la salvación”.
Gabriel Bustamante Peña
Foto tomada de: MARCA Claro Colombia
Claudia María says
Gracias Gabriel por su análisis que convoca a Comprender la crisis como momento crucial y asumir la propia responsabilidad como Colombianos!!! Es momento de sabiduría y compromiso activo.