En la medida que se agrava la crisis climática y ecológica, afloran nuevas ideas y se fortalecen propuestas que venían de tiempo atrás en procura de construir sociedades más amigables con su entorno y obviamente las concentraciones urbanas, desde los pequeños centros poblados a las grandes ciudades de hoy en día, deben ser prioritarias para el logro de este objetivo vital para la sociedad humana.
La idea de “hacer que caminar y andar en bicicleta sean más seguro y atractivos. Hacer que los viajes en autobús sean más rápidos y confiables. Habilitar rutas de autobús nuevas y mejoradas. Apoyar la inversión en autobuses modernos, ayudar a abordar el cambio climático, reducir la contaminación del aire local y mejorar la salud y el bienestar de nuestras comunidades”, se va abriendo paso en diferentes ciudades del mundo y se ha convertido en una exigencia ciudadana que las administraciones locales y nacionales han comenzado a atender de diferentes maneras, avanzando unas más que otras.
En un estudio conjunto elaborado por las universidades de Nanjing (China) y Yale (EU), en el periodo 2002-2021, con información satelital sobre 2.000 ciudades, encontraron que mientras las ciudades se han ido calentando en un promedio de 0,56°C por década durante el día, sus áreas rurales lo están haciendo a un ritmo de 0,4°C. Lo cual indica que las ciudades se calientan en promedio un 29% más rápido que las áreas rurales. Por igual encontraron que mientras las megaciudades se calentaron 0,59°C por década, las más pequeñas solo lo hacían a un ritmo de 0,41°C.
Ciudades como Chicago, que con un plan de “reverdecimiento urbano” con el aumento de la cobertura Arborea urbana, y Singapur que logró aumentar las áreas verdes del 36% a un 47% entre 1986 y 2007, que ahora se propone de pasar de ser una “ciudad jardín” a una “ciudad de la naturaleza”, nos muestran posibles rutas a seguir para disminuir el efecto de “islas de calor” de las grandes urbes. Aunque estemos convencidos que la salida definitiva no es acrecentar ciudades, así sea bajo parámetros “ambientales”, es preferible más ciudades pequeñas y menos grandes, lo cierto es que, según datos de la ONU, en 2015, el 54% de la población vivíamos en las ciudades y para 2030 se estima que lo hará al menos el 30% de la población mundial. Hoy en día, ya son 36 las megaciudades, consideradas porque sobrepasan los 10 millones de habitantes cada una.
No podemos negar que a estos nuevos parámetros socio-ambientales para hacer de las ciudades más habitables y humanizadas, han salido a oponerse sectores vinculados a las derechas asentadas en cada localidad y región. Son los mismos “negacionistas” del cambio climático, más los “retardarios” que no lo niegan, pero por igual se oponen a las iniciativas que conduzcan a frenar o al menos a minimizar esta crisis. Los sectores que defienden el interés particular de unas minorías sobre el interés y bienestar de la población en general.
La ciudadanía representada en organizaciones socio-ambientales y buena parte de la nueva izquierda, han sido quienes de manera más firme vienen impulsando y apoyando dichas medidas para crear espacios en armonía con la naturaleza que conlleven a un mejor estar y una vida más placentera de los citadinos. Mientras el viejo orden anacrónico, sigue insistiendo en su modelo de ocupación territorial porque en él se han apoyado para sustentarse en el poder, la ciudadanía consciente de la necesidad de la transformación socio-cultural y ambiental, debemos estar cada día más comprometidos con un futuro digno para la humanidad entera.
En la próxima abordaré las propuestas para el nuevo ordenamiento urbano.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: Interrailero
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