En este marco, es que podemos entender el surgimiento de un movimiento separatista denominado “PIONEROS DE SUCRE”, que culminó con la expedición de la ley 47 de agosto de 1966 y que como territorio, adquirió vida política, administrativa independiente a partir del primero de marzo de 1967. Es indudable que después de 57 años, se han realizado cambios que mejoran en parte; la infraestructura vial, los servicios públicos, de gobierno, sociales y el desarrollo urbanístico de la ciudad capital y otros centros urbanos. Sin embargo, no es temerario afirmar, que lo logrado en este tiempo no es suficiente, ni lo deseable para garantizar plena satisfacción de las necesidades de la población que busca vivir dignamente. Tampoco los territorios, que conforman el departamento en sus cinco subregiones y municipios, cuentan de la mejor gestión; deterioro ambiental, deforestación, desaparición de especies naturales, contaminación, afectación severa de ecosistemas, baja cobertura de servicios básicos, falta de conectividad y red vial en óptimo estado.
De otro lado, el desarrollo económico es una de las grandes talanqueras de Sucre, el modelo de mercado cogió con los calzones abajo a empresarios y procesos productivos locales, dificultando sus posibilidades para insertarse en la dinámica global de la economía. En este proceso, el departamento perdió su ventaja de vocación agrícola y pecuaria para ser rebasado por el comercio y los servicios en lo que se conoce como la tercierización de la economía sucreña, a partir de los años 90, con grandes márgenes de informalización. El PIB de Sucre, sólo alcanza el 0.80 del nacional lo que significa que no producimos los suficientes bienes y servicios para satisfacer las necesidades de la población y para la generación de empleos decente y estable, las altas tasas de pobreza y desigualdad han sido una constante en la vida política, administrativa y autonomía territorial, hoy agudizada por la crisis derivada de la pandemia del Covid-19.
Los temas de la gestión institucional, son el cuello de botella para avanzar en el mejoramiento sustancial del territorio y la calidad de vida de la población, la institucionalidad ha sido cooptada por microempresas familiares electorales, que han castrado al Estado en el cumplimiento de su función social y redistributiva; la corrupción y el clientelismo es el modelo de gestión predilecto que garantiza la reproducción en el poder de las mismas familias, a través del saqueo de los recursos públicos con el respaldo de una red de contratistas que facilitan esta labor, para sustraer el dinero con el que en cada período electoral, compran y se apoderan de los gobiernos locales y departamental, usándolos como trampolín para posicionarse en el congreso de la república.
La administración pública, en nuestro medio, es un botín en disputa codiciada por los actores políticos para acumular poder y darle rienda suelta al patrimonialismo, que les permite ensanchar patrimonios privados o particulares, mientras que la población en su absoluta mayoría, se debate en la pobreza, carencia de servicios básicos y oportunidades. En esta realidad, influye de manera notable la falta de una ciudadanía activa, autónoma y dinámica que como dique frene o elimine la supervivencia de este tipo de prácticas incrustadas en la columna vertebral de nuestro modelo de gestión pública. Sin embargo, aunque el modelo es más contundente en las elecciones locales, departamentales y de congreso, hay que reconocer que últimamente hubo expresiones en diferentes períodos electorales, sobre todo en las presidenciales, del surgimiento de una masa crítica o grupos de ciudadanos y ciudadanas que votan por otras alternativas, especialmente en la ciudad de Sincelejo, pero aún no se puede competir con el voto clientelar y la masiva compra con dineros provenientes del erario público y otras fuentes ilegales de financiación.
La tardía constitución como ente territorial autónomo y los vestigios de una cultura basada en los vínculos personales y de consanguineidad, así como el poblamiento fruto de la migración y la flotación permanente de población que por diferentes factores se establece en el territorio, la dependencia de caciques y gamonales, el desarraigo de la violencia, influyen en la poca identidad que sus habitantes tienen con el territorio, el bajo sentido de pertenencia y máxime si no hubo desarrollo de una cultura de lo público, para defender y asumir una actitud cívica ante los bienes colectivos y la protección del territorio. Tampoco, desde los planes de educación se contempla contribuir con la afirmación de los niños, niñas y jóvenes estudiantes con el medio y el territorio que habitan, tenemos una educación descontextualizada y de baja calidad que no incide en el desarrollo territorial. Desde esta perspectiva, la sucreñidad, como factor cultural que identifica a las gentes de esta parte de la geografía patria está por construirse en medio de una diversidad y pluralidad de expresiones, costumbres y vivencias.
En este marco, la juventud y aún los niños, niñas son sectores prioritarios en la construcción de un territorio y una sociedad sucreña inclusiva y respetuosa de lo público, con amplio sentido de pertenencia, pensando o luchando por el bien común, para ello es necesario un proceso de formación que genere una ciudadanía activa, dinámica, participativa, plural y diversa, para complementar los aportes y el compromiso de vastos sectores de la población que reclaman cambios y transformaciones sustanciales en la gestión pública, la economía, la política y en los procesos territoriales, que constituyen el patrimonio o reserva democrática de varios años de lucha de nuestros campesinos, educadores, estudiantes, un sector de la clase media y los trabajadores en general.
En el 2026, tendremos elecciones parlamentarias y presidenciales. En las primeras, los diversos sectores alternativos les cabe un duro compromiso de construir senderos de unidad para no repetir la tragedia de las elecciones de octubre de 2023, desandar caminos culebreros para alcanzar una curul de Cámara de Representante, mediante la unidad, la sensatez y una alta capacidad para integrar a diversos sectores más allá de lo que se conoce como alternativo en nuestro medio, es una tarea que no admite aplazamientos, para lo cual proponemos las siguientes líneas o criterios:
- El solo acto fundacional del departamento no bastó para superar los problemas territoriales, económicos, sociales y políticos en tanto no se empoderó una alternativa ciudadana que fortaleciera el sentido de pertenencia y cuidado de los bienes públicos. Éste solo abrió un nuevo espacio administrativo y político para la reproducción de viejas prácticas corruptas y clientelistas.
- No obstante la corrupción, el clientelismo y la gestión pre moderna de las microempresas familiares electorales y la falta de cultura ciudadana, ha venido surgiendo una masa crítica que reclama cambios y puede transformarse en opción de poder, si podemos construir una convergencia amplia en lo político y robusta en sus propuestas.
- Las Microempresas Familiares Electorales, no son invencibles, representan la decadencia, soportan su poder sobre las calamidades y necesidades de la población, no sobre el bienestar de ésta y más allá de la compra de votos, carecen de propuestas serias y creíbles que de manera integral representen un viraje para el desarrollo económico, territorial y social del departamento, lo que se convierte en una fortaleza para los actores del cambio.
- Sucre, posee potencialidades y ventajas competitivas para estructurar un proyecto integral de desarrollo económico y territorial sostenible desde una gobernanza con la capacidad y legitimidad para movilizar e integrar de manera participativa a actores como: Gremios de la producción, productores campesinos, academia, trabajadores, estudiantes y jóvenes, mujeres organizadas y otras expresiones de sociedad civil, soportado desde la ciencia y la tecnología, pensando en una fuerza política de futuro como factor de cambio.
- Un departamento próspero, moderno, inclusivo que genere las mejores opciones y oportunidades para sus habitantes, es posible si desde abajo y con apoyo popular se construye una alternativa política y social con arraigo en la semblanza de lo que somos y representamos como grupo humano, recuperando nuestra historia y los factores que le dan significado a la vida de los sucreños y simbólicamente expresa los intereses de la región y el territorio, a esto le apostamos desde una fuerza política pluralista y comprometida con la región.
- La educación es un medio fundamental para la generación de cambios e impulsar el desarrollo sostenible, su contextualización, el mejoramiento de su calidad y su entronización con la problemática regional permite contribuir con mejorar el sentido de pertenencia, potenciar el espíritu cívico y potenciar una ciudadanía activa y dinámica al servicio de los cambios que reclama el departamento y su gente.
- Un proyecto político creíble sólo es posible, si consulta en extremo, lo que de verdad la gente quiere y siente como prioritario. En el imaginario popular, están las claves de “Melquíades” para parodiar a Cien Años de Soledad, su esclarecimiento, descifrarlo, es tarea urgente y pertinente, para convertirlas en piezas simbólicas de acción y transformación; desde la mirada y los arraigos de nuestra gente está el secreto para cambiar a Sucre, empecemos ya.
- La construcción de un movimiento político amplio y plural, dotado de una propuesta de desarrollo de corto, mediano y largo plazo, es el instrumento o super autopista para transitar a cambios en la relaciones de poder en mano de los tradicionales o grupos ligados al clientelismo y la corrupción, es la esperanza para un nuevo amanecer para sucreños y sucreñas; he ahí el reto.
Desde estas siete líneas hay un campo amplio de trabajo y reflexión, es posible que sean más, hay temas que no se tocan pero que pueden ser también importantes y pertinentes, aquí sólo abrimos la discusión para darle forma a una alternativa política plural y amplia que asuma las elecciones a congreso de 2026 el experimento definitivo para cambiar a Sucre, que tenga como esencia el arraigo territorial en lo que somos y representamos los sucreños, es construir desde y para nosotros mismos. Se abre el telón con esta obra teatral y el foro o debate correspondiente para que todos podamos aportar colectivamente en la confección de la propuesta política que reclaman los sucreños para encontrar caminos de bienestar y paz.
José Fredy Aguilera Garavito
Foto tomada de: Colombia Travel
Deja un comentario