Escuchamos en meses pasados del presidente Gustavo Petro Urrego, asegurar que existen alrededor de 150 organismos o entidades gubernamentales que dependen directamente de la presidencia o en los cuales la misma hace presencia por medio de sus delegaciones. Me han asegurado que, en el Quindío, son por lo menos 29 delegaciones del gobierno nacional en entidades del Departamento. Entre ellas en la Corporación Autónoma Regional del Quindío-CRQ y en la Universidad del Quindío-UQ.
Si bien, la comunidad en general y los sectores sociales, siempre esperan que quienes asuman roles de decisión en las entidades u organismos del Estado, cuenten con los conocimientos suficientes para ejercer su responsabilidad y aportar decididamente en el fortalecimiento institucional en beneficio de los territorios y sus gentes, lo es también que la presencia de dichos(as) agentes, crea la expectativa para una máxima empatía con la región y con la entidad a la cual han sido designados(as) para representar de la mejor manera a la presidencia de la República.
Y no es suficiente estar al parecer acorde con las propuestas del Jefe de Estado y de su gobierno de manera integral, sino tener la disposición e inteligencia para lograr sumar a los demás actores en los mismos propósitos del gobierno nacional. Si llegan con el síndrome del centralismo bogotano o como decía una vieja amiga de Puerto Leguízamo, creyéndose “Coloncitos”, no lograrán aportar a la gobernabilidad y/o gobernanza de la que tanto se habla. Se convertirán fácilmente en un muro, en un obstáculo para que el dialogo gobierno nacional – regiones y comunidades territoriales, pudiera fluir adecuadamente.
Si no dan la lectura adecuada a la realidad e imaginarios que se presentan en las regiones y localidades, no lograrán impactar o incidir positivamente en la construcción colectiva de los territorios. Pueden aterrizar con lenguajes supuestamente muy técnicos del pretendido “centro del pensamiento y del conocimiento”, es decir de la capital, y con pretensiones de llegar a impartir u ordenar el que hacer según sus visiones, pero sino saben entablar el diálogo y esparcir con la pedagogía necesaria y en especial saber escuchar, lo único que lograrán es crear más resistencia, por buenas que sean las intenciones del gobierno nacional.
Los gobiernos deben repensar la manera de enviar voceros(as) y llegar al territorio, no basta con nombrar “doctores(as)” que simplemente se pliegan a sus programas simplemente para asegurar buenos salarios y visibilidad social, sino a quienes de verdad están comprometidos para implementar sus objetivos como también para avanzar como sociedad, no basta con posibles afinidades partidistas sino una inquebrantable militancia socio-ambiental.
Si queremos fortalecer las regiones y lo local para consolidar una verdadera democracia, debemos aprender a escuchar las voces de las mismas. Si queremos avanzar en la construcción colectiva debemos esforzarnos por escuchar y respetar al otro, en especial a las voces disidentes o verdaderamente alternativas. Si se quiere ir más allá del periodo institucional, es indispensable hacerse representar por conocedores de las regiones, con los mejores conocimientos para sus respectivas tareas y con la plena disposición de entablar la conversa necesaria para llegar a los acuerdos que tanto requieren las poblaciones. Entonces debemos “Mambear la palabra” para “sanear el territorio”.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: Impacto News
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