Plantea que como consecuencia de la educación influida por la moral cristiana se considera a la codicia y a la avaricia como un pecado capital. En esta óptica habría que extirpar la codicia del corazón de los hombres para que las cosas cambien, pero, desafortunadamente esta es “una operación imposible, pues consistiría nada más y nada menos que en modificar la naturaleza humana.”
Ways considera que hay una naturaleza humana inmutable y eterna. Según esto, el primer ser humano era codicioso, tenía un afán excesivo de riquezas. Lo mismo las personas de todos los pueblos antiguos en todo el mundo, incluyendo a los aztecas, los muiscas, los incas y los sioux en América. Ways no nos ofrece evidencia alguna sobre la existencia de la codicia en todas estas sociedades. Tampoco profundiza mucho en el asunto: simplemente lo toma como un supuesto, como algo dado, que no amerita ninguna explicación.
Como es usual en este tipo de analistas. Ways no menciona en su artículo al capitalismo. Sin embargo, lo tiene en mente. El personaje al cual cita de la película de Stone, Gordon Gekko, es un corredor de bolsa en Nueva York. Además, Ways ubica claramente el asunto de la codicia en un contexto capitalista: “por fortuna existen quienes, motivados por la ambición de tener más dinero o más prestigio o de derrotar a sus competidores, trabajan más, piensan más, se arriesgan más, estudian más, innovan más.”
En la información sobre Gekko en Wikipedia si se menciona claramente que se trata de la codicia capitalista:
“Gordon Gekko …se caracteriza por su ambición desmedida; es un tipo inteligente, astuto y de gran habilidad en los mercados financieros, pero también manipulador, poco escrupuloso y dispuesto a todo con tal de obtener lo que desea, capacidades que le han permitido edificar un extraordinario imperio financiero. Su éxito y obsesión por el poder y la esencia misma del capitalismo lo perfilan como un defensor de primer orden del Darwinismo Social”[3].
Ways no mencionó los otros rasgos asociados a la codicia que caracterizan a su inspiración intelectual: “manipulador, poco escrupuloso y dispuesto a todo.”
En las explicaciones sobre el capitalismo por parte de sus defensores es común una argumentación con las siguientes características: 1) El capitalismo se explica por el comportamiento de los individuos (individualismo); 2) Los individuos son portadores de una esencia humana inmutable (antropologismo y esencialismo); 3) La producción capitalista se fundamenta en elementos eternos sin historia (ahistoricidad). De esta forma piensan muchos capitalistas, como Ways, pero también eminentes profesores, investigadores y columnistas como Mauricio García, Julián de Zubiría y Blanca Inés Durán quienes interpretan el capitalismo a la luz de la codicia, el pesimismo o la desconfianza[4].
Se trata de planteamientos tan generales que no resisten ninguna comprobación. Aunque se los presenta como tesis profundas se trata de prejuicios, de supuestos que no necesitan demostración que guían el pensamiento, supuestos que surgen espontáneamente de las relaciones cotidianas en este modo de producción.
También los economistas clásicos y neoclásicos se mueven en este campo teórico caracterizado por el antropologismo y el esencialismo, el individualismo y la ahistoricidad. Smith, por ejemplo, planteaba que existe una propensión en los seres humanos a cambiar mercancías, como si fuera algo propio de la naturaleza humana. Los neoclásicos asumen que todo individuo tiene una racionalidad maximizadora, criterio que aplican no solo a la estructura económica sino a todo tipo de relaciones humanas, incluyendo incluso el vínculo de una madre con su bebé. Por esto se meten en toda suerte de enredos cuando encuentran personas que no se relacionan entre sí por la codicia o el ánimo de maximizar ganancias.
Es una forma de pensar que sirve para describir unos rasgos del modo de producción capitalista, pero que se queda en la superficie y no se hace preguntas de fondo. El ejercicio intelectual consiste en tomar ciertas características del comportamiento de los productores privados de mercancías capitalistas, como el objetivo de obtener ganancias a toda costa, y asumirlas como características de todos los seres humanos. A Thierry Ways no se le ocurre preguntarse por qué razón se desarrollan dichos rasgos, por qué determinadas estructuras condicionan la actuación de los individuos y los hacen codiciosos. Prefiere no pensar mucho y asumir, simplemente, que es la naturaleza humana inmodificable. Y cómo en este sistema la dinámica económica proviene de los capitalistas asume que sus comportamientos y actitudes son buenos.
El presidente Petro al criticar al capitalismo a partir de la codicia de los capitalistas piensa desde el mismo campo teórico que sus opositores. Ways le replica que es imposible “extirpar la codicia del corazón de los hombres” (como si María Fernanda Cabal y Paloma Valencia no fueran codiciosas) “pues consistiría nada más y nada menos que en modificar la naturaleza humana”.
Ways considera que la codicia es buena pero puede tener “manifestaciones antisociales: el robo, el enriquecimiento ilícito, la violencia, la corrupción, etc.” Es decir la maravillosa codicia tiene fallas, como el extraordinario sistema de mercado. Por tanto, termina proponiendo cosas parecidas a las del presidente Petro o demócratas radicales como Rodrigo Uprimny: se necesitan instituciones que “encaucen la ambición (ya no es solo la codicia) humana hacia propósitos productivos y castiguen sus manifestaciones antisociales”. Igual que Petro, quiere capitalistas codiciosos pero con controles, lo mismo que Uprimny quien quiere capitalistas con ganancias, pero no astronómicas[5].
Ninguno de ellos considera que el capitalismo es el problema.
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[1] Thierry Ways es un capitalista “Socio y gerente de La Parisienne S.A., empresa líder del sector de alimentos”. Según la página web Hicue Speakers es “Respetado como uno de los grandes analistas de la actualidad en Colombia”, https://hicuespeakers.com/es/conferencistas/thierry-ways.html
[2] https://dle.rae.es/codicia
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/Gordon_Gekko
[4] https://www.sur.org.co/la-codicia-el-pesimismo-y-la-desconfianza-como-factores-explicativos-del-desarrollo-capitalista/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: La Silla Vacía
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