En un ambiente caldeado, la cumbre liberal cuyo propósito fue definir la jefatura del partido de cara a la elección presidencial de 2026, César Gaviria se impuso con 582 votos de los 819 inscritos, superando la propuesta de dirección colegiada lanzada por varios parlamentarios liderados por el senador Alejandro Chacón que obtuvo 128 votos. La elección no estuvo libre de denuncias por presuntas faltas de garantías que han generado polémica. Lo que no se puede negar es que no se pudo opinar, que no hubo debate y que entre los invitados hicieron presencia miembros de otros partidos como el Partido Conservador y el Centro Democrático, señal inequívoca de hacia donde escora el Partido Liberal.
Además de Gaviria, aspiraba a la jefatura del partido el exministro del Interior de Petro, Juan Fernando Velasco. Varios de los legisladores advirtieron que la elección fue un fraude y que la misma fue hecha a la medida del director único quien ocupa el cargo desde 2017, habiéndolo ocupado antes en 2004. La queja principal se centra en la figura de “vocería delegada” que permitió que un delegado pudiera representar a muchos otros y en la votación electrónica como mecanismo de manipulación para dar la victoria a Gaviria
Además de definir la dirección del partido, los inscritos para la IX convención del Partido Liberal también tenían previsto saber si el mismo sigue en la coalición del gobierno Petro o si, por el contrario, pasan a la independencia o a la oposición. Aunque el expresidente Gaviria no pudo hablar en la convención por la llegada de la policía para evitar posibles desmanes, hizo conocer sus puntos de vista, reafirmando su postura de cada vez mayor oposición a la administración de Petro y alejándose de un posible Acuerdo Nacional.
Lo que propone Gaviria y que piensa ratificar en las siguientes reuniones del partido es abrir la puerta a una alianza con otras colectividades partidistas que quieran frenar la agenda oficialista y ser una alternativa de poder en las próximas elecciones presidenciales.
Se acusa al expresidente Gaviria de no haber convocado a la convención que debió realizarse hace casi cuatro años con el fin de arrogarse el derecho de otorgar avales para las elecciones regionales y por esa vía mantener el control del partido con el consiguiente malestar en las bases populares. A esta crítica se suman intereses que no se limitan al plano político como el manejo de la financiación estatal de los partidos y la reposición de votos.
Un rápido balance de lo sucedido en la IX convención del Partido Liberal permite constatar la fractura del partido y la derechización de la colectividad, ajena a sus valores seculares; la permanencia del poder en manos de los clanes políticos regionales y de la casta política tradicional; la creciente primacía de los intereses personales o grupales sobre las instituciones y la decadencia imparable de los partidos políticos como tales incluyendo, y sobre las demás colectividades políticas, al Partido Liberal.
El resultado de la Convención liberal marca una derrota de las fuerzas progresistas del partido cercanas al Gobierno, pero no todo está perdido en el Congreso donde estas tienen todavía una fuerte presencia en la Cámara de Representantes desde donde pueden dar debates esclarecedores y aglutinar fuerzas a su alrededor.
Rubén Sánchez David
Foto tomada de: La Silla Vacía
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