A Propósito de los fascismos
La crisis civilizatoria que de tiempo atrás vienen sufriendo las llamadas democracias liberales, se ha visto agravada por la ideología neoliberal que apunta a la destrucción de los Estados Nacionales, a romper su institucionalidad privilegiando los intereses de grandes grupos económicos sobre la política y la institucionalidad de los Estados, desconociendo los derechos de grandes sectores de la población, persiguiendo partidos y movimientos sociales que se oponen a sus objetivos y generando condiciones de despolitización y desesperanza para crear el caos necesario para romper totalmente los Estados Nacionales.
En los últimos tiempos han aparecido movimientos de ultraderecha de diferentes matices que pregonan la exclusión como propuesta política y se atreven a decirlo públicamente, arrastran tras de sí, a sectores de la derecha y paradójicamente también a grupos de desesperados sin horizonte posible y desarraigados. Esos movimientos son violentos y antidemocráticos por definición, son fascistas, no surgieron en el pasado ni surgen hoy por generación espontánea. La crisis del modelo capitalista depredador e insostenible que tiene a la humanidad al borde de la guerra total y de la desaparición de las especies, no encuentra en los poderes que lo sustentan decisión de rectificar. El fascismo, según puede observarse, al parecer es el único camino que consideran adecuado para defender ese sistema, imponer el Absolutismo del Capital y defender su hegemonía y la del mundo unipolar que le da sustento. Intentan con arrojo la destrucción del Estado y su institucionalidad que es en sí misma la negación de la política. Son antiparlamentarios por definición, destruyen por cooptación las corporaciones públicas y las reemplazan por empresas electorales y mafias que se convierten en poderes de facto. Igual hacen con el poder judicial y demás órganos del Estado. Tratan de destruir la representación política popular mediante corrupción, violencia, privatización de lo público que paraliza y creación de poder militar al margen de la ley.
El fascismo es un PACTO NO FORMAL entre los poderes de facto, por tanto, no nace de abajo hacia arriba sino de arriba hacia abajo, aprovechando la desesperanza y reclutando lumpen que hacen el trabajo sucio. Usan medios para instalar falsos relatos y hacen negocios con lo público hasta que el Estado se privatice totalmente y entren a gobernar directamente las corporaciones, como está pasando en Argentina, donde el programa de gobierno de Milei fue elaborado en las oficinas de las corporaciones que se repartieron el manejo de los sectores estratégicos de la economía.
No hay que olvidar que el liberalismo económico anglosajón impulsó la constitución de Estados Nacionales para luchar contra el Absolutismo Monárquico y contra el Papa, con el objetivo de adjudicarse en territorios de la Reforma Protestante y muy de la mano de Lutero, las tierras comunales de los feudos, cuyo despojo convirtió a los campesinos en proletarios y permitió a la burguesía y aristocracia instaurar la legalidad del despojo y fundar la tan cacareada “Propiedad Privada sobre los medios de Producción”, primera acumulación capitalista. Hoy, en la crisis civilizatoria y ambiental que su modelo ha ocasionado, el liberalismo económico anglosajón que gobierna desde entonces el mundo, ordena la destrucción de los Estados Nacionales para instaurar el Absolutismo del Capital, desconociendo los ciclos vitales de la naturaleza y el valor del trabajo como generador de riqueza y de cultura, lo cual solo puede hacerse con métodos autoritarios y excluyentes por definición como el fascismo. ¡Defender los Estados Nacionales hoy, es un deber democrático!
Yolanda Martínez Santacruz
El problema no es solo Donald Trump
Donald Trump roza la presidencia de Estados Unidos. A sus votantes no les importa que sea racista, xenófobo, misógino, autoritario, machista y un delincuente convicto. De hecho, le han votado por ese motivo. La América blanca y protestante no soporta la diversidad que circula por “la tierra de los hombres libres y el hogar de los valientes”. Los inmigrantes latinos con papeles tampoco sienten simpatía por sus compatriotas. El bote salvavidas está demasiado lleno y podría hundirse si recoge a más gente. Los hombres contemplan con resentimiento la creciente influencia de las mujeres y los amantes de las armas no soportan la idea de que se impongan restricciones, a pesar de los 6O0 tiroteos anuales. Un sector mayoritario de la sociedad estadounidense empieza a desconfiar de la democracia. Prefiere un gobierno autoritario que proteja su seguridad, aunque sea a costa de recortar libertades. Con la Cámara, el Senado y el Tribunal Supremo en manos de los republicanos, Estados Unidos inicia un viaje hacia el pasado. Vuelven los tiempos del macartismo. Las medidas contra el cambio climático se congelarán y el nacionalismo más agresivo podrá ondear sus banderas sin mala conciencia. Las feministas, los inmigrantes, las personas LGTBI y las personas de ideas progresistas serán tratadas como el “enemigo interno”. En política internacional, se abrirá la veda para aplastar a los más débiles. Los palestinos serán definitivamente expulsados de Gaza y Cisjordania. Netanyahu podrá finalizar su campaña de limpieza étnica. La Rusia de Putin incrementará su poder y la ultraderecha continuará su ascenso en la Unión Europea y América Latina.
Este giro no solo es obra de Trump y de los medios de comunicación controlados por las elites financieras. Este nuevo fascismo es fruto de un desencanto colectivo. La socialdemocracia ya no transmite credibilidad. Los Obama y los Clinton asimilaron enseguida los hábitos de las élites. Gracias a su paso por el poder, se hicieron millonarios y pudieron acceder a ese mundo de privilegios que antes criticaban. En España, la socialdemocracia ha arrojado un balance parecido. La especulación inmobiliaria ha proseguido su curva ascendente, convirtiendo la vivienda en un bien casi inaccesible. Los bancos han incrementado sus ganancias y los servicios públicos se han deteriorado. No está de más recordar que Felipe González lideró la guerra sucia contra el terrorismo, toleró la corrupción y envió al paro a miles de trabajadores con la reconversión industrial. Sus sucesores no actuaron de forma tan despiadada, pero sus políticas sociales fueron tibias e insuficientes. O abiertamente regresivas, como la reforma de las pensiones aprobada por Zapatero, que endureció las condiciones para acceder a una jubilación decente.
En cuanto a la nueva izquierda, se ha desinflado enseguida. Por sus querellas cainitas, por la incongruencia entre las declaraciones públicas y las conductas privadas, por su retórica demagógica y sus extravagancias ideológicas. No aceptar que esa estrategia ha conducido al fracaso solo debilita la posibilidad de que reaparezca con propuestas más convincentes. La sociedad se está transformando en una masa amorfa. El auge de las pantallas y el declive de la cultura ha contribuido al éxito de los mensajes esquemáticos y simplistas. La democracia se está muriendo ante nuestros ojos. Y no es por culpa de Trump, Orban, Meloni, Milei, Netanyahu o Abascal, sino un desencanto generalizado que está avivando conductas irracionales, como el odio y el resentimiento. Estamos en el umbral de una verdadera crisis de civilización y no sabemos cómo acabará, pero con la victoria de Trump, todo sugiere que se nos viene una riada de fango dispuesta a no dejar títere con cabeza.
Rafael Narbona
América Latina: soberanía inconclusa
Trump ganó de manera apabullante las elecciones del 5M. Los demócratas solo sirvieron para recoger banderas y silenciar las carcajadas en el vacío de Kamala Harris, que en seis meses intentó el milagro imposible, respaldada por un presidente y un partido demócrata en agonía política. Mientras tanto, diez años duró Trump preparando su segunda victoria. Triunfó un republicanismo de ultraderecha neoliberal con una sofisticada y bien construida campaña con contenidos y estrategias mejores a las campañas anteriores. Todo sucedió como un proceso ascendente, como espiral encaramada en las debilidades de los demócratas que murieron en su ley: en lo político demócratas, en lo económico neoliberales, la mayor contradicción que las izquierdas, las centro izquierdas, y el centro han podido inventar desde la caída del muro de Berlín. Mientras el neofascismo ha sido consistentemente coherente: en lo político de derecha en lo económico neoliberales sin límites para capturar todos los espacios de los negocios presentes y de los negocios por venir, con tal de sobreacumular y sobreendeudar a los Estados para luego ir por lo que queda de ellos empobreciendo a la inmensa población que vive de lo que poco que puede comprar.
Entonces, el crecimiento sostenido a altas tasas es un imposible teórico y de políticas, bajo esas premisas, el sistema de acumulación y de control político del Estado y de la sociedad debe colapsar, empezando por el sistema financiero que presta, acumula y ahoga con los intereses.
El neoliberalismo económico asociado al neofascismo político, lleva medio siglo de hegemonía en el mundo, y tres largas décadas en América Latina, con periodos, unos más cortos otros más largos, en los cuales la izquierda ha podido acceder al poder de ser gobierno, pero no al poder del poder.
Derrotada la aventura comunista, la izquierda se quedó sin discurso político y económico, solo con un texto social y ahora ambiental, que necesita de una nueva construcción política y económica que ahora no tiene, pero que puede emerger porque encontró dos aliados poderosos: evitar la destrucción de la biodiversidad y frenar el calentamiento global. Padecerán el neofascismo y el neoliberalismo que acumulan destruyendo la naturaleza y sobre explotando los recursos fósiles, aumentando el calentamiento global e incrementando la pobreza de las mayorías, porque hasta la clase media es pobre, entonces, los desequilibrios se amplían y la inestabilidad también. Por eso América Latina está obligada a construir sus siempre aplazadas soberanías para sobrevivir con su biodiversidad y desarrollarse con base en su cultura, conocimiento y tecnología, para construir y vincularse a las redes globales de colaboración e interdependencia en tantos temas.
Trump no tendrá mucho tiempo para la región, para lo cual están sus halcones que intentarán ganar las próximas elecciones presidenciales en Brasil, Colombia y Chile, una vez le ha mostrado a Colombia que no se maneja sola: Trump gana y al día siguiente el gobierno Biden anuncia que ellos son los responsables de Pegasus, el software espía, salvando a Netanyahu, y diciéndole al gobierno de Petro esto es todo, soy el responsable, capítulo cerrado, ustedes son mi patio trasero.
Jaime Acosta Puertas
Foto tomada de: France 24
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