Trump dice que implementa ese sistema de aranceles para contrarrestar la pérdida en el comercio, y supuestamente lo impone proporcional al trato recibido en cada caso. De este modo, pierden los países deficitarios en el comercio global y ganan los superavitarios. Pero, como señala Salomón Kalmanovitz, esa idea de Trump es problemática y errada; y citando a Faisa lIslam de la BBC, dice, que ese es el mayor cambio en el comercio global en 100 años. Por ejemplo, Europa cobra a los productos “made in USA” una tarifa de 3%, pero en la lista, Trump inventa que es de 39%. Agrega, que el caso estadounidense es muy ilustrativo de un país con déficit comercial grande, que financia con emisión de su moneda, la más importante divisa internacional, al menos hasta ahora. Los grandes beneficiarios del comercio global con poca carga tributaria habían sido los consumidores, en particular, de Estados Unidos, que contaban con arancel promedio del 3% y que Trump cambia donde se le da la gana; aplicando un impuesto contra su propio pueblo, supuestamente en aras de hacer que su país vuelva a ser grande. Pero la productividad USA ha crecido menos que la de sus socios comerciales, está rezagada en innovación, diseño, calidad, frente a la que alcanzan sus competidores más exitosos. Y el problema de la productividad no se soluciona con aranceles, que más bien empeoran la situación, al no estimular a invertir en innovación y modernización de infraestructuras, en desarrollo, investigación, mejoras en el sistema educativo [1].
Afectaciones y respuestas
Las medidas de comercio exterior adoptadas por Trump empiezan a reconfigurar un orden económico a nivel internacional con regreso del proteccionismo, de Estados Unidos que ya no es socio confiable. Más de 100 países se vieron impactados por esos aranceles anunciados por Trump y en diferente forma y medida, algunos ya se están moviendo para contrarrestarlas. No es un reto fácil de superar. Por ejemplo, la Unión Europea (UE) -que busca la forma de responder y de reponerse del efecto económico de estas medidas-, ve desacuerdos a su interior sobre cómo manejar la situación, según el interés de cada país frente a Estados Unidos -para unos en el pasado ha sido un aliado económico, para otros, un rival-. Desde la pasada presidencia de Trump, 2017-2021, la UE ha sido su principal adversario tanto político como económico-. Y trata de ampliar los acuerdos comerciales como lo ha intentado con Mercosur, México, Suiza; ahora con Sudáfrica, India, Indonesia, Tailandia. Países como el Reino Unido, mostró una lista de productos estadounidenses a los que les impondría aranceles.
Más complicado es para China, cuya economía es una de las más golpeadas por Trump, con aranceles de hasta 104% contra sus productos. En su reciente campaña, Trump prometió aranceles de 60% a las importaciones de Estados Unidos desde China -y de entre 10-20% para el resto del mundo. Lo que hizo fue imponer la víspera del que llamó el día de la liberación, dos aumentos arancelarios del 10%, o sea de 20%, a las exportaciones chinas a Estados Unidos y un arancel universal de 25% para el aluminio y el acero; y esta semana, Trump le impuso un arancel de 34%. China decidió defenderse y respondió con la misma fórmula, aranceles de 34% para las exportaciones estadounidenses hacia ese país; además, en tanto segunda economía del mundo, trata de convertirse en aliado cada vez más cercano de varios países del norte -como Japón y Corea del Sur- [2]. Y sin duda que, si logran mayor integración, sus grandes economías desafían al dominio comercial estadounidense. Ese cambio global, aceleraría la división del mundo en bloques económicos, impidiendo que el comercio transnacional sea multilateral y lo lidere la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además, China trata de aprovechar geopolíticamente las medidas de Trump, hizo ejercicios militares en las costas de Taiwán; y con el retiro de Trump del Acuerdo de París, decidió aumentar su involucramiento en energías renovables.
Como al sur global pertenece no solo China, sería interesante analizar el papel que pueden desarrollar otros actores como India, país sobre el que Trump impuso aranceles; India trata de no mostrar que resienta mucho las sanciones de Trump, de mantener un equilibrio y cautela en sus respuestas, y de actuar con otros países frente a Estados Unidos para evitar que Trump reaccione con más agresividad. Le interesa actuar a través de los BRICS, organismo político y económico internacional de países emergentes en los años 2000 -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, creado en 2010. Aunque Trump ha tratado de aplicar y retirar medidas según su conveniencia, ha asumido la imposición de aranceles como política central, al punto que los ha llamado “la palabra más bonita del mundo”. Y los aranceles pueden alertar al resto de países del mundo, impactando el panorama global, así como la forma en que reaccionen frente al impacto económico que generen sus medidas [3].
Para América Latina, Trump también refuerza medidas. Aunque en países suramericanos -Ecuador, Argentina, Chile o Perú- reconocen a China como buen socio en algunos asuntos, Colombia sigue muy dependiente de Estados Unidos -en lo que incide la cercanía geográfica y la exportación de petróleo o café-; tiene vigente un tratado de libre comercio con Estados Unidos desde 2012, y es señalado como uno de los “favorecidos” por los aranceles más bajos de los que impuso Trump, del 10%, que afectan las exportaciones agropecuarias, dejando exentas las ventas de petróleo y oro a ese destino. Sin embargo, desde hace poco tiempo, tal vez desde el gobierno de Juan Manuel Santos, y ahora con el de Gustavo Petro, se ha tratado de abrir embajadas en países europeos, africanos, de Oriente Medio. El ministro de Hacienda colombiano, dijo a medios de comunicación el pasado viernes 4 abril, que el gobierno de Petro está evaluando la situación y no descarta tomar medidas, pero las exportaciones de Colombia a Estados Unidos no le generan impacto significativo a ese país, aunque pueden afectar a los colombianos. Una diplomacia comercial debería estar pensando el caso, tras los cambios en el gabinete. La canciller ha dicho que intentan reducir el daño y que están tratando de ampliar y consolidar nuevos destinos para las exportaciones colombianas. En Colombia, al final de 2024, de más de 1,7 millones de las empresas nacionales, solo 9.370 estaban registradas como exportadoras; y aunque aparezca bajo el arancel del 10%, el sector agropecuario se verá golpeado por la relevancia del mercado USA, y resulta difícil concretar otros mercados de reemplazo, por trámites de admisibilidad o por costos de fletes (para transportar mercancías). Esta encrucijada, apenas comienza.
Sobre el régimen de Maduro, Trump ha dicho que, a partir del 2 de abril 2025 impone aranceles del 25% a quienes compren Petróleo y Gas a Venezuela, y anunció como plazo el 27 de mayo de ese mismo año, para que Chevron cese operaciones en Venezuela. También ordenó la suspensión de permisos temporales de residencia en Estados Unidos, para más de 300 mil venezolanos y la deportación de 261 venezolanos a cárceles de El Salvador.
Como señala Miguel Henrique Otero, en el primer mes de gobierno de Trump en 2025, la pregunta predominante dentro y fuera de Venezuela se concentró en cuál sería el camino que su política exterior frente a los regímenes de Venezuela, Cuba, Nicaragua. La visita a Caracas, al final enero, de Richard Grenell generó la pregunta de si Estados Unidos iniciaría una etapa de relaciones “blandas” con esa dictadura; se dijo que las petroleras USA y europeas podrían presionar a favor de alguna forma de convivencia para mantener las operaciones de esas empresas fuera de la agenda política. Además, organizaciones venezolanas defensoras de derechos humanos y de oposición, así como diversos sectores democráticos preguntaron sobre qué podría pasar con las sanciones, si se podría mantener una agenda de Estados Unidos y Venezuela, en la que se contemplen negocios e intercambios económicos, apoyo internacional al presidente electo Edmundo González Urrutia, a la oposición y su liderazgo, a la exigencia de liberación de los presos políticos.
También se ha mostrado que, a pesar de que el gobierno de Trump tiene otras grandes preocupaciones -por ejemplo, la guerra en Ucrania, el acoso del islamismo terrorista a Israel, las luchas comerciales y tecnológicas con China, los flujos de inmigrantes que presionan sobre la frontera sur del territorio estadounidense, el impacto de sus políticas comerciales y arancelarias, etc.-, el régimen dictatorial venezolano no ha sido desplazado a un plano secundario, se lo sigue viendo como un peligro real para todo el continente, y se insiste en manejarlo sin nada que lo beneficie, ni que permita que el régimen de Maduro utilice mecanismos de relaciones internacionales para mantenerse en el poder desconociendo su derrota electoral el 28 de julio 2024. La sociedad civil venezolana cada vez asume que es un deber no cesar esa lucha por un cambio que de verdad enrute a Venezuela hacia la democracia [4].
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[1] https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/salomon-kalmanovitz/la-guerra-comercial-de-trump/ [2] https://cambiocolombia.com/economia/regreso-proteccionismo-segunda-guerra-comercial-trump [3] https://www.elespectador.com/mundo/mas-paises/donald-trump-contra-el-mundo-como-van-a-responder-los-paises-afectados-por-los-aranceles-de-estados-unidos-noticias-de-hoy/ [4] Maduro al borde del abismo: ¿le dará Trump el último empujón? – EL NACIONALSocorro Ramírez
Foto tomada de: France 24
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