Como era previsible la presidencia de Trump ha desatado una serie de procesos perturbadores del ya bastante agitado contexto geopolítico. Relaciones definitorias de ese contexto están siendo modificadas drásticamente, con vastas e importantísimas implicaciones hacia el futuro: primero que todo con Rusia y la UE; desde luego con China; y con sus vecinos. La política hacia China es básicamente una continuación de la que viene desde su primera administración y la de Biden; pero lo de Rusia y la UE es realmente tsunamico. Una postura racional frente a la demencial rusofobia, ya de décadas, de Biden y los neo-con discípulos de Cheney (Nuland, Blinken y Sullivan), destacando lo obvio: una guerra imbécil que nunca ha debido tener lugar. Y las consecuencias sobre la alianza con la UE y la financiación de la OTAN resultan arrolladoras empezando por Ucrania misma. El tsunami geopolítico Trump ha transformado radicalmente el horizonte geopolítico, particularmente en relación con Ucrania y Gaza; iluminado en el primer caso y demencial en el segundo
El viraje estratégico de Trump con respecto a Rusia significa reversar el plan concebido por Cheney, Wolfowitz y Brzezinnski de hegemonía absoluta incluida Europa desde 1991 de extender OTAN al Este a pesar de haberse comprometido a no hacerlo, promesa que Clinton decidió violar. Proyecto Ucrania de V Nulan avanzó con el golpe de estado de 2014 que inició la guerra con el enfrentamiento con los oblast rusos del este. Putin invadió cuando, después de 8 años de incesantes bombardeos de estos oblast por Kiev, este iba a invadirlos con una fuerza de 120.000 hombres entre los cuales la pavorosa brigada neonazi Azov que había quemado vivos a 200 sindicalistas en Odesa. No fue posible siquiera que escucharan a Putin descalificando arrogantemente su insistencia en que no admitiría misiles y bases de USAOTAN en su frontera, así como Kennedy no los había aceptado en Cuba.
El viraje estratégico de Trump en contra del aislamiento y marginamiento de Rusia muestra una lucidez notable de la que han carecido los lideres europeos subyugados a Biden. No lo pudo haber dicho más claro Biden OTAN provocó la guerra. ¿Trump un lacayo, un propagandista en el bolsillo de Putin? estas fueron las acusaciones sufridas por analistas como Mearsheimer, Rritter, Sachs, McGregor McGovern y Hedges (a altísimos costos personales y profesionales), y todos los que seguimos su admirable trabajo para disipar las fake news de la CIA y el MI6 que viene repitiendo como loros BBC DW CNN NYT WP. Los medios de todo el mundo han ayudado a extender este hechizo manteniendo al público en una hipnosis mediática que, en el caso de Europa, ha alcanzado el nivel de histeria colectiva con el disparate de que, si Putin derrota a Ucrania, Europa del Este estará bajo amenaza.
La comparación con el apaciguamiento (appeasement) de Chamberlain en Múnich entregando el Sudeteland (Checoslovaquia) es no solo inadecuada sino también equivoca. Putin no es un psicótico genocida racista supremacista con decenas de millones de víctimas (no ha ejercido su capacidad de convertir a Ucrania en paisaje lunar como si USA en Vietnam e Iraq); ni tiene ninguna pretensión territorial más allá de los oblast rusos del este; no es tan estúpido como para creer que puede ocupar siquiera Ucrania occidental para cual necesitaría una fuerza de un par de millones de hombres (ni tiene ni los recursos ni la motivación); Múnich 1938 fue un esfuerzo por evitar la guerra, las concesiones de Trump tienen lugar como resultado de la derrota; Rusia fue un imperio como lo fueron Inglaterra, Alemania, Francia y Japón, pero no tiene las ambiciones imperiales que EEUU, Inglaterra, y Francia; Putin no necesita recursos naturales cuya búsqueda desató los horrores de la guerra en el Este de exterminio de eslavos como inferiores; grupos de nazis como la brigada Azov, que desprecian a los rusos, detentan el poder en Kiev, supremacistas blancos seguidores de Bandera, culpable de asesinato de las poblaciones judías y polacas durante la ocupación nazi.
Después de Ucrania la UE es la siguiente víctima de la aventura irresponsable de Biden en Ucrania. En forma sensata, y en contra de una tradición que arrancó con Clinton (con excepción de Obama quien reconocía que allá Rusia tenía escalatory dominance (dominación escalada), Trump enuncia lo obvio: ese es un problema europeo y no merece que USA se involucre, menos al nivel de una vastedad de recursos de los cuales la mitad no se sabe que se hicieron. La posición de Trump, empezando por hablar con Putin, es la única opción realista en una situación en la que Rusia está derrotando a la OTAN y cualquier prórroga aumenta el ya aterrador costo para Ucrania. Es un retorno a la diplomacia -¡hablar!- después de haberla sustituido por la fuerza y el desprecio, a ella como comunicación y no como agresiva imposición. Un trauma para la UE con las declaraciones de Vance y Hegseth, sobre territorios ocupados y no ingreso a OTAN, con la delegación de la responsabilidad en esta por su seguridad como telón de fondo; con lo que pasa del servilismo bajo Biden a la irrelevancia bajo Trump, culminando su desaparición como polo geopolítico. Increíble que en estas condiciones insista en prolongar la guerra en negación de que ya la perdieron y a un costo salvaje para los ucranianos. Hablan de enviar tropas a Ucrania lo que, como dijo Putin, los convierte en objetivos militares legítimos, el más agresivo, a pesar de decadente en nostalgia por la pasada grandeza imperial, Inglaterra (Starmer).
Tristemente, la más destructivamente afectada víctima es naturalmente Ucrania, la cual quedará arrasada por décadas por la prolongación causada por el constante flujo de armas en el que ahora los despistados europeos asumen un role más importante. Planteamientos como el auditaje de los monumentales fondos son obvios, salvo para Biden y su pandilla. Y el de una garantía con recursos de tierras raras es en realidad algo con mucho sentido, además de tener la ventaja de que es abierto y no oculto, corrupto y subrepticio como lo venía haciendo Brookston con la complicidad de Zelensky. Atrapado entre escándalos de corrupción, constantes derrotas en el frente, creciente impopularidad y agotamiento de tropas y ciudadanía; el apoyo americano cuestionado y erosionado; una economía hecha pedazos con un suministro energético disminuido, Zelensky está en las últimas; todo evitable si no hubieran traicionado a Rusia en Minsk y en Estambul. El proyecto Ucrania de Nuland, Blinken y Sullivan ha fracasado rotundamente, el país se está desmoronando siendo utilizado hasta el último ucraniano por la OTAN para dañar a Rusia.
El contraste entre las políticas frente a Ucrania y Palestina no puede ser más agudo, en el primer caso siendo Trump un agente de paz y en el segundo uno de violencia despojadora de todo derecho para los palestinos. En el primer caso Trump ha mantenido una posición muy lucida presionando al guerrerista Zelensky y a sus cómplices europeos a superar su estrategia de prolongación de la guerra. El solo hecho de buscar construir una relación con Rusia después de la arrogante descalificación incluso de cualquier comunicación es, como se comentó, una transición de inmensas implicaciones que avanza hacia la consolidación de la multipolaridad por oposición del hegemonismo unipolar de Biden/Blinken. Y algo en lo cual tiene también mucha razón es que dar garantías de seguridad al guerrerista Zelensky es, como en el caso de Netanyahu (ambos buscando involucrar a USA en sus guerras particulares), correr un alto riesgo de precipitar la 3a Guerra Mundial. El irrealismo de los europeos llegó a extremos delirantes en su reacción al incidente en la oficina global de la Casa Blanca: espeluznante negación irracional de la realidad hablando de enfrentar a Rusia cuando no tienen los recursos que tiene EEUU.
Para terminar, sobre Palestina Trump se sincera frente a la hipocresía de Biden quien culminó el entierro de la solución de los 2 estados enviando continuadamente bombas de 20000 libras (para matar a un Fedayín) para contribuir al genocidio; no un viraje sino una postura más agresiva de completo apoyo a los crímenes de Israel contra los palestinos, involucrándose en su limpieza étnica, al extremo del proyecto inmobiliario en Gaza, y eventualmente en la guerra de Netanyahu contra Irán. Tampoco un viraje estratégico frente a China en los dos aspectos de la guerra comercial y la guerra tecnológica en lo que ya no es hegemónico ni en microprocesadores ni en Inteligencia Artificial, IA, en la cual el éxito chino (DeepSeek) es un verdadero momento Sputnik (por referencia al impacto que tuvo este sorpresivo salto adelante de EEUU por la URSS).
Ricardo Chica
Foto tomada de: Human Rights Watch
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