Es importante releer el contexto que permitió su llegada a la presidencia bajo la dinámica propia y paradójica de la globalización, en tres factores: La mundialización productiva, la aceleración y profundidad del cambio tecnológico y los efectos y riesgos del cambio climático y degradación ambiental; las interacciones entre estos tres factores permiten plantear algunos escenarios futuros posibles.
La Paradoja de la Mundialización Productiva
La globalización, cuyo propósito teórico principal fue el de derribar barreras arancelarias entre los países, para ampliar los mercados y permitir el acceso más generalizado de todos al “desarrollo”, en realidad ha sido la estrategia para suplir la necesidad perenne de expansión del sistema capitalista. Se presuponía que los países más avanzados en ingreso per cápita continuarían siéndolo ampliamente; sin embargo, la teoría neoclásica de soporte ha cambiado: ya no estamos en una “sociedad de plena competencia, información igual para todos y de rendimientos decrecientes que lleva a la convergencia entre países y estratos sociales”, sino en una sociedad de “competencia imperfecta, información asimétrica y rendimientos crecientes que lleva a la divergencia entre estratos ” como lo comprueban matemáticamente Romer y Krugman y en la práctica Piketty. El Nobel de economía 2015 Angus Deaton ha señalado que cierta diferenciación entre estratos es propio del crecimiento económico, pero que su aumento desproporcionado vulnera y llega a desestabilizar la democracia. En la práctica se ha producido eso: la distancia creciente entre sectores y estratos de la sociedad dentro de todos los países y el acercamiento y convergencia entre los países en ingresos, al disminuir la abismal brecha de PIB/Cápita.
En esta dinámica actual, la movilidad de los factores de producción se dio en una dirección predominante: El libre e instantáneo flujo del capital económico ,- algunas veces solamente especulativo- monetario como intelectual (patentes) hacia los países que ofrecían mano de obra barata y condiciones más flexibles para la ganancia del capital económico; la oportunidad de mercados como la China e India, motivó a las grandes empresas multinacionales no sólo a construir fábricas para abastecer esos mercados tan promisorios, en la medida en la cual aumentaran sus ingresos, sino también a aprovechar la mano de obra asiática, barata y disciplinada, para producir más barato y exportar a sus países y a otros con mayores ganancias; el modelo se replicó en “cascada”, en la medida en la cual China adquirió más capacidad y los salarios crecieron a medida que fueron capaces de producir bienes y servicios más elaborados; otros los reemplazaron gradualmente en la producción de bienes con bajo valor agregado y están repitiendo la historia[i]. Se perdieron 5,4 millones de empleos manufactureros y 82 mil fábricas entre 1997 y 2013.[ii] El reclamo que Trump y Sanders oyeron fue ese, desde los estratos de trabajadores afectados por la globalización en los países industrializados.
La paradoja de la globalización de la producción y de los capitales financieros, es que aumentó la separación entre estratos sociales dentro de los países en general, -tanto los industrializados y de alto ingreso, como los de menores ingresos y baja sofisticación tecnológica- , con especial sensibilidad en los países “centrales” como los Estados Unidos, en los que la clase media de raza blanca , sin mayor preparación académica, ha sentido disminución de su ingreso y sobre todo, disminución de las oportunidades para sus hijos, al compararlos con su situación anterior; En los países “emergentes” se incrementaron los empleos y salarios, a medida que las exportaciones crecieron y se redujeron, por lo menos temporal y modestamente, las diferencias entre estratos[iii]. El riesgo de crecimiento de dicha diferencia entre estratos sociales, es que si es demasiada pone en peligro la misma democracia, como lo ha planteado el nobel de economía 2015 Angus Deaton específicamente para el caso de USA. La globalización, persiguiendo un “fin egoísta” de las grandes fortunas privadas y compañías, contribuyó dramáticamente a la convergencia entre países, en casos como el de la China e India, que ascendieron económicamente de manera dramática, gracias a la globalización. Las protestas pasadas contra la “globalización”, que se referían generalmente a que los países de la periferia sólo exportaban materias primas que eran procesadas y generaban alto valor en los países “centrales” suenan desactualizadas e inexactas, pues no contemplan sino parte del discurso. Las clases medias de los países industrializados y “centrales” en general se resintieron y perdieron poder adquisitivo y seguridad laboral, como lo documentan Piketty y , en el caso colombiano, Sarmiento Palacio, porque los grandes capitales privados , tanto financieros como empresariales, se dirigieron al Asia para aprovechar los menores costos de producción; eso sucedió también en Colombia, como lo atestigua un alto porcentaje de los artículos de fábricas colombianas como TOTTO, Arturo Calle, que son producidos en fábricas Chinas.
La amenaza de la nueva administración de USA, de aumentar los aranceles de productos provenientes de China en un 45%,[iv] asociada a la propuesta de disminución de impuestos a los más ricos, resulta doblemente regresiva en un mundo globalizado: frena la convergencia entre países como China y Estados Unidos y podría acelerar la divergencia entre estratos y “clases” sociales (los inversionistas multimillonarios frente a los asalariados) en los Estados Unidos, dadas las realidades económicas y las condiciones de cambio tecnológico acelerado; por un lado, aceleraría la “cascada” de migración de las cadenas industriales hacia países con menores salarios para compensar el aumento de aranceles a los países, como China, que tienen tratados con USA; adicionalmente, aceleraría el incremento de la automatización de las cadenas de producción, para disminuir costos en caso de regresar a los Estados Unidos; en tercer lugar, aunque aumentarían empleos en ciertos sectores, los precios de los bienes que se producen hoy fuera de los USA y se elaboren ahora en USA, ascenderían en precio, disminuyendo el poder adquisitivo norteamericano en general; En muchos casos, sería además un contrasentido producir en Estados Unidos para vender en el Asia, cuando hoy el gran mercado asiático está atendido por la producción “en casa”; si a ello se adiciona que se disminuyen los impuestos a los más ricos, que son los que poseen las patentes, el cuadro podría ser el contrario al esperado por la administración Trump. Hay sectores como el de la construcción de infraestructura, que está desactualizada en los USA, tanto en el campo de la energía como de las vías, que registrarían crecimiento importante de empleo e ingreso, pero otros tendrían bastante dificultad para lograrlo.
Es posible que en muchos campos y sectores ya haya suficientes avances en Asia como para “desprenderse” de la guía norteamericana, como lo demuestran varias empresas nacionales, que estarían aupados por un sentimiento y deseo creciente de hacerlo, especialmente en la China, lo cual podría incluso incidir altamente en los sistemas de patentes y derechos intelectuales, que hoy son de las grandes fuentes de ingreso de las empresas norteamericanas y que podrían ser reemplazados por mecanismos más agiles o incluso vulnerados como reacción.
Para comprender los resultados de las elecciones norteamericanas, es necesario buscar también las causas en el sector financiero , que se “desenfrenó” en su ambición de ganancia, inventando riqueza virtual y espúrea, con instrumentos financieros excesivamente “creativos” hasta llegar a la falacia, suponiendo riqueza donde no la había, y que resultaron en la crisis inmobiliaria de 2008, que se extendió en alguna medida a Europa; la “autoregulación” privada del sector y la capacidad estatal de control no funcionaron adecuadamente; Como resultado, en los EUA, muchos pensionados, de la tercera edad y muchos ciudadanos fueron afectados y perdieron su principal acervo de capital que son sus viviendas. La suma de la separación progresiva entre estratos y sectores; la pérdida de los ahorros de toda la vida de muchos cercanos a la tercera edad y la preocupación de los jóvenes por sus deudas de estudio, así como la dificultad de conseguir buenos trabajos al salir de la universidad, se sumaron y ayudaron a construir una percepción de frustración, especialmente de padres que presienten que sus hijos no tendrán la oportunidad de conseguir los niveles de vida que ellos tuvieron. El terreno estaba abonado y aunque Clinton propuso impuestos progresivos, no fueron convincentes por sus nexos con Wall Street.
Cambio Tecnológico y Social Profundo
El cambio tecnológico actual es muy acelerado y profundo; En los últimos 20 años, la humanidad ha generado más descubrimientos que en el resto de su historia; la ciencia e innovación “convergente”, que constituye en la “inteligencia relacional” de combinar y ensamblar diferentes inventos provenientes de diferentes disciplinas y saberes para producir un nuevo invento de “síntesis”, ha sido el patrón predominante[v]. El avance tecnológico resulta en cambio social y cultural, que no es simplemente el aprendizaje y apropiación de la nueva tecnología, sino por el contrario, la generación de nuevo conocimiento social y cultural al usar las tecnologías adaptándolas, descubriendo nuevos y alternativos usos; la “primavera silenciosa” y todas las manifestaciones de inconformismo y de los “indignados”, han sido posibles mediante el uso de las TICs, en una apropiación y ajuste muy interesantes por parte de los ciudadanos y de sus redes, pero a su vez, las nuevas tecnologías interpretan mejor lo que la sociedad quiere, incluso con metodologías sofisticadas de análisis estadístico de “Data Mining”.
La necesidad de aumentos de competitividad y una ética enfocada únicamente en la mayor acumulación de dinero y fracciones del mercado, llevó al reemplazo, en muchos casos masivo, de mano de obra humana por robots y automatización y a la mundialización y tercerización de la cadena productiva, generando consecuentemente desempleo no solo coyuntural sino también estructural, al no ofrecer suficientes oportunidades de ocupación al ritmo de los nuevos inventos, bienes y servicios y al trasladar el empleo a otros países más atractivos. Los países “exitosos” o emergentes en la globalización, -China e India- tuvieron la claridad de aprender, invertir en educación y en ciencia y tecnología, captando la transferencia de conocimiento para elevar su productividad, aunque todavía con gran diferencia con los países “centrales”, y desobedeciendo los dictados de las entidades internacionales. Los resultados saltan a la vista: Las grandes compañías manufactureras de automóviles migraron de la región de los grandes lagos de Estados Unidos, dejando ciudades “fantasma” como Detroit. [vi]
Pero además, estamos ante una transición gigantesca, que no hemos valorado en todas sus dimensiones: la transición energética , de la era de combustibles fósiles a la energía renovable, -como lo ha planteado Jeremy Rifkin entre otros-, que afectará no solamente la tecnología sino la sociedad y las instituciones: la energía solar, las redes inteligentes y los automóviles eléctricos cambiarán la estructura de oferta y demanda energética, con consecuencias sociales y políticas muy interesantes al afectar las correlaciones de poder de las grandes compañías de hidrocarburos, carbón y electricidad, tal como se presenta actualmente en España, Alemania y los mismos Estados Unidos entre estas empresas y la sociedad pues en cada casa se podría generar excedentes, vender a la red inteligente y además “tanquear” los vehículos eléctricos; el paradigma de la sociedad cambiará y ya estamos en el “punto de no retorno” en el cual las políticas estatales podrían hacer más lento el cambio pero no detenerlo. Por ello, la administración Trump no debe ignorar la importancia de este campo.
Se avecinan muchas más transiciones, tales como la “cuarta revolución industrial”, con el Big Data, la Inteligencia Artificial, los vehículos autónomos, la genómica , la proteómica, Las ciudades y regiones que apliquen pensamiento estratégico e inviertan en conocimiento, tendrán más opciones hacia el futuro, como lo demuestra la dinámica actual de Tesla-Solar City y otros que empiezan a llegar. En esto juega un papel fundamental el Estado, tal como lo documenta Mariane Mazzucato en su libro “El Estado Emprendedor”, en el cual demuestra la importancia del Estado no sólo para solucionar las imperfecciones del mercado, sino también en la provisión de “bienes públicos” de conocimiento, tecnología e innovación y en el liderazgo para guiar a la sociedad a nuevos temas, a cambios culturales e institucionales importantes (así por ejemplo, la transición energética de combustibles fósiles a energías renovables).
La dimensión ambiental y de cambio climático
El calentamiento climático merece especial atención. La negación que es producida por la humanidad, que expresa Trump, preocupa a todos los firmantes del Acuerdo de París, por su similitud con la no ratificación del protocolo de Kyoto por los Estados Unidos y otros países, que llevó a su fracaso, asociado también a la manipulación dolosa y especulación de los certificados de reducción de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el pasado es muy diferente a la realidad actual, en cuanto hoy los avances en áreas como las de la energía, son suficientemente fuertes como para no descarrilarse.
Es importante recordarle al equipo de Trump la experiencia de los mismos Estados Unidos con la aplicación del Clean Air Act (1970) por la EPA en la década de los setenta; Robert Reppeto y su equipo en el World Resources Institute estudiaron las consecuencias de dicha norma para la industria, que había reclamado que perdería muchos empleos y competitividad. La realidad fue totalmente distinta: aunque disminuyeron 3 empleos de remuneración baja, aumentaron 5 empleos de mejor remuneración; frente a 85% de empresas que declararon que habían aumentado su productividad y competitividad al revisar su consumo de agua, combustibles e insumos y optimizarlo; 12% fue indiferente y sólo un 5% se vio afectada negativamente, pero dentro de este porcentaje un buen número hubiera sucumbido con o sin la nueva regulación ambiental. Si bien los combustibles fósiles han ganado un respiro con el controversial fracking, tienen sus años contados no tanto por su agotamiento como por la decisión de la sociedad de no usarlos más como combustibles, lo cual despresurizará la demanda.
También es fundamental recordarle a Trump que la pérdida o deterioro de los ecosistemas y de sus servicios ambientales para la sociedad es de una importancia vital para el futuro de la humanidad; Constanza, con otros autores (Costanza, y otros, 2014) hicieron un ejercicio de valoración económica de los ecosistemas en el cual consideran el cambio de uso del suelo entre 1997 y 2011 y encuentran que 19 servicios de 17 grandes ecosistemas producen alrededor de 125 a 145 trillones de dólares año (dólares de 2007) para la humanidad, mientras que la pérdida de esos servicios ecosistémicos es entre 4.3 a 20.3 trillones de dólares en estos cinco años (dependiendo de las unidades que se usen), mientras que el PIB agregado de todos los países llega a 75 trillones. Afectar la naturaleza limitando su capacidad de soporte y asimilación es una decisión muy costosa y sobre todo profundamente errada. Fritjof Capra (Capra, 1996) ilustra con maestría sobre la complejidad y fragilidad de la vida en todas sus formas y conexiones trascendiendo los servicios económicos para recordarnos la maravilla de la evolución. En síntesis: la Naturaleza produce más que la humanidad en términos económicos para el bienestar personal y colectivo y para la economía total. Si destruimos la naturaleza o la afectamos seriamente, el costo de reponer, mitigar o compensar sus servicios, que brinda gratuitamente, será cada vez más crítico.
Shumpeter denominó la “destrucción creativa”, al proceso inclemente y continuo de la competencia con innovación, que va dejando “muertos” a medida que avanza[vii] la sociedad en la innovación, la ciencia y la tecnología; en general, la economía estaba acostumbrada a que los cambios tecnológicos generaban oportunidades de empleo suficientes para compensar los que se perdían en las empresas que “fracasaban”; sin embargo, hoy la velocidad de reemplazo de personas por máquinas cada vez más inteligentes y de aumentos de productividad y competitividad superlativos, demuestran que el destino y vocación de los Estados Unidos es la de inventar cada vez más nuevas alternativas, nuevos caminos, ir adelante siempre en conocimiento, so pena que otros lo superen y sobre todo pensar en que hará la gente reemplazada crecientemente por las máquinas cada vez más inteligentes . La ciencia, la tecnología y la innovación son lo propio de los Estados Unidos; deben jugarse a fondo en la profundización del conocimiento y la creatividad, en lo cual nos han dado “cartilla” al mundo y reconocer que la globalización tiene buenas y malas cosas, dependiendo del lente como se miren y asumir el reto con esperanza, generosidad, altruismo y grandeza; Ahora, la mirada debe ser universal, incluyente, integral, sintética y solidaria y sobre todo tener en cuenta que la revolución tecnológica conlleva a cambios sociales, culturales, políticos e institucional gigantescos .
Carlos Fonseca Zárate
Exdirector de Colciencias, director Simbiosis, ambientalista.
NOTAS
[i] En realidad esta dinámica empezó desde la II postguerra con países como Japón, que acogió, copió, adaptó, adoptó, mejoró e innovó tecnologías y conocimiento norteamericano, o como Alemania, que desplegó su capacidad ya adquirida, bajo el plan “marshall”.
[ii] Según entidades como el Instituto de Política Económica. Washington, D.C.
[iii] Dependiendo de si los países han sido principalmente exportadores de materias primas como el carbón y petróleo o si aprovecharon la globalización para aumentar productividad y competitividad, se puede esperar que en los primeros, los salarios se depriman o el desempleo aumente al vaivén de los precios internacionales, o aumenten gradualmente, en la medida en la cual el país aumenta su productividad.
[iv] De hecho, las importaciones actuales de celdas fotovoltaicas sufren un 35%, como producto del reclamo de empresas norteamericanas que los fabrican.
[v] La ley de Moore, que se refiere a que cada año se ha duplicado la cantidad de transistores que una tarjeta electrónica puede albergar, se ha cumplido desde la década de los 60s.
[vi] Como documenta Saskia Sassen al revisar la experiencia de varias ciudades norteamericanas.
[vii] El caso más mencionado es el de la KODAK cuyas directivas hicieron caso omiso y subvaloraron los “pixeles” para fotografía y pocos años después cerró definitivamente sus puertas ante la abrumadora demanda de cámaras equipadas con “pixeles” en vez de rollos fotográficos.
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