Desafortunadamente los indicadores de violencia se han deteriorado durante el gobierno del presidente Iván Duque, cuyo gobierno no tuvo ningún interés y compromiso con avanzar en una Colombia en paz: colocó el acuerdo de paz firmado con las FARC en el congelador, alimentó con esta decisión a las disidencias, no tuvo ninguna iniciativa viable frente a un proceso de diálogos y negociaciones con el ELN y persistió en la fracasada guerra contra las drogas, con lo cual alimento ese complejo entramado de mafias e irregulares que persiguen y defienden las cuantiosas rentas de la económica de la coca.
El Comité Internacional de la Cruz Roja, el CICR, desde su labor humanitaria tan ejemplar y perseverante que hay que agradecer siempre, nos ha dicho en su último informe sobre el estado de las violencias organizadas, que en Colombia persisten tres dinámicas y seis procesos de confrontación: las dinámicas de violencia organizada son agenciadas por el ELN, El Clan del Golfo y ese archipiélago de disidentes de las FARC, tanto los que desde el inició no llegaron al acuerdo de paz, como los que se apartaron del acuerdo ante las dificultades de implementación.
Las seis confrontaciones en curso se relacionan con el enfrentamiento del Estado con las tres dinámicas de violencias organizadas y entre ellas igualmente hay confrontaciones: del ELN con el Clan del Golfo en el Baudo y el San Juan, entre disidentes de las FARC, en cauca y Putumayo de manera particular e intensa.
Este es el reto que asume el presidente Petro, lo ha dicho con total claridad: su gobierno va al cierre de todas estas violencias y lo hará en una política abarcadora e integradora, sobre dos ejes: participación de la sociedad para construir paz y transformaciones que le den viabilidad a este complejo y necesario proceso de construcción de paz.
La política de paz total, va a articular toda la acción de gobierno, se asume que es el conjunto de acción del gobierno la que va a direccionar los procesos de construcción de paz, con protagonismo social y ciudadano, de allí que las propuestas de dialogo nacional y acuerdo nacional, serán pilares de la política, con este protagonismo social con sus propuestas e intereses y la más amplia concertación posible, darán sustento a una acción de construcción de paz.
Por supuesto que se van a requerir políticas particulares para el tratamiento específico que requieren estas dinámicas diferenciadas, ya se ha anunciado desde la campaña presidencial que termina con la elección del compañero presidente Gustavo Petro y la compañera vicepresidenta Francia Márquez, que habrá proceso de dialogo y negociaciones con el ELN, habrá sometimiento negociado con el Clan del Golfo y está por verse lo que se requiere con las disidencias de las FARC, que puede estar en un intermedio entre dialogo político y sometimiento negociado.
El ELN anunció su interés en retomar el camino de la solución negociada y veremos la apertura de ese proceso desde el inició del gobierno que se posesiona el próximo 7 de agosto.
Con participación social, amplia y diversa, con la política de transformaciones ofertada por el presidente Petro, con una agenda ya construida en el gobierno del presidente Santos y el ELN y firmada en Caracas en marzo del 2016, con el referente de que es posible adelantar una negociación con un ambiente de paz en medio de un cese bilateral verificable, con todos estos elementos y con la ayuda de la comunidad internacional, con seguridad que vamos a avanzar en el cierre del ultimo conflicto rebelde de nuestro viejo alzamiento armado, que ahora tiene un presidente que viene de la paz liderada por el M-19 en el ya lejano 1990.
Vamos a una era de paz, el gobierno del Pacto Histórico la va a hacer realidad.
Luis Eduardo Celis
Foto tomada de: Semana.com
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