¿Occidente es el viajero de su barca, la misma nave que dibuja Foucault en La historia de la Locura?
¿El método cartesiano es la locura de la razón de Occidente?
El leprosario, se erige como el antecedente medieval del panóptico que nos deviene de la ilustración, al desaparecer la lepra del mundo occidental, nos recuerda Michel Foucault:
Para un millón y medio de habitantes, existían en el siglo XII, en Inglaterra y Escocia, 220 leprosarios; se contaban 19 mil leprosarios o lazaretos en los territorios de la cristiandad.
En 1266 se censaron 2000 leprosos en París y 43 lazaretos; los más conocidos, Saint-Lazare y Saint-Germaine.
En el siglo XV los lazaretos están sin habitar, pero como el espacio vació no existe, Saint Germain en el siglo XVI se convierte en una correccional para muchachas.
Desaparecen los leprosomios, pero hasta hoy permanece -y muy especialmente con el diferente, el estigma y la segregación- el Sentido de la exclusión; verbi gratia:
Amigo mío -dice el ritual de la iglesia de San Vienne-, le nace a Nuestro Señor que hayas sido infectado con esta enfermedad, y te hace de Nuestro Señor una gran gracia, al quererte castigar por los males que has hecho en este mundo” y le expulsan de la iglesia, le arrastran y al salir le atestiguan bondadoso: “Y aunque seas separado de la iglesia y de la compañía de los santos, sin embargo, no estas separado de la gracia de Dios. Salvados, al decir de Foucault, por una mano que nos les ha sido extendida.
El abandono le significa salvación; la exclusión es una forma de comunión. Los consumidores problemáticos, según la norma, son incluidos en la sociedad desde la exclusión.
Síntesis. Desaparece la lepra, pero la estructura de exclusión permanece: los pobres, los vagabundos, los muchachos de correccionales, los alineados o locos, reemplazarán el lugar del leproso y el de la bruja: exclusión social y reintegración espiritual (piadosa).
Así, el lugar de la lepra fue tomado por las enfermedades venéreas, y los locos, y los comunistas, y los travestidos, y los consumidores de drogas…
Se inculca de tal manera el miedo como estrategia, que los leprosos desprecian a los venéreos: como hoy los limpios desprecian a los sucios. Desde entonces los penúltimos se bronquean con los últimos.
Quien realmente asume el papel y rol protagonizado durante siglos por la lepra es la locura.
Sellemos este acápite de reflexión con un par de preguntas adicionales:
¿Dónde habita la locura, cuál es su nave en el pensamiento occidental?
¿La locura habita en su forma de pensar, materializada en dogma de pensamiento único y binario, donde todo lo que no es negro o blanco, hombre o mujer, bueno o malo, falso o verdadero esta fuera de lo normal, lo institucional, lo natural, es decir, lo racional?
Si es así, está claro que esta manera racional, que llamamos academia, y sigue pensando como hace 500 años, es el río en que viaja la nave de la locura y que la Universidad es un estado de demencia, donde se enclaustra a los que piensan, o al menos, a los que piensan que se viene a la universidad a pensar, negando como insiste, Foucault ,que el Renacimiento desata la voz de la locura, que su lugar de enunciación es la vuelta a Grecia, que en la infinita locura de Epicuro proclama que nada proviene de la nada y nada va hacia la nada.
No gratuitamente, en el teatro como en la cotidianidad, desde la edad media, los y los necios, les recuerdan a los cuerdos la verdad.
Digámoslo de otra manera, el loco encarna la locura de la conciencia. La nuestra. Por ello, el normal persigue, encarcela, diagnóstica y evalúa, examina, elimina, clasifica… al divergente, al insumiso, al travestido, a la mujer, a la bruja, al moro, al judío, al negro, al indio al pobre, al estudiante, al consumidor de sustancias psico activas, al loco… lo convierte en su víctima propiciatoria, a la que hay que combatir porque en esa nave, en esa barca habita lo que de trasgresor hay en mí. Pago la condena por lo que soy con la tortura del espejo en que me reflejo. Es la aniquilación en otro cuerpo del deseo que soy incapaz de liberar en mi cuerpo propio.
Y la academia, desde el evangelio cartesiano, desde el método como nuevo martillo de dios -un nuevo malleus malificarum- castigan la locura y el error. Desde entonces la locura esta exiliada. Se suspende la experiencia de una Razón irrazonable y de una razonable Sinrazón. Y es así, por una instancia que procura mantener el Orden, que entonces es un diálogo conspirativo contra la libertad del pensamiento entre el moribundo statu quo monárquico y el naciente estado burgués moderno que ya expira
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José Miguel Sánchez Giraldo. Educador Popular. Doctor en educación y mediación pedagógica. Consultor nacional e internacional en drogas. Profesor CUR.
Foto obtenida de: ConceptoDefinición.de
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