Un concepto vacío de salud pública, como decisión de mercado, que potencia un Estado sin ciudadanos y alienta un estado global de consumidores, donde la dictadura del dictamen de las multinacionales farmacéuticas, encuentran, en la psiquiatría, un aliado incondicional para medicar a los consumidores de drogas de uso ilícito, a quienes suspenden en un estado de irreflexión.
No dudo que los siquiatras actúan de buena fe, pero desconfío, hasta la irracionalidad, de la ingenuidad y más aún de la bondad de la industria farmacéutica encarnada en Basf Química, Bayer, Roche, Pfizer y otras más, que, en 2017, movieron un mercado mundial estimado 1.11 billones de dólares con una proyección a 220 de 1.43 billones de dólares.
Para hacerlos sus clientes, a los consumidores de drogas no lícitas, el Estado los persigue con la ley, en donde, como lo expresa Antonio Escohotado, ser generoso con quienes se convierten en víctimas de si mismos no se armoniza con un aparato represor dedicado a crear víctimas en sentido estricto, gente perseguida por la ley, a quienes para concederles libertad se les condiciona a tomar un tratamiento psiquiátrico.
Es una construcción consciente de un nuevo enemigo para soportar un enmarañado y descomunal burocracia estatal de persecución y represión. Terminada la guerra fría, el consumidor de drogas ilícitas se convierte en la víctima propiciatoria ante la desaparición del comunista como enemigo letal. El consumidor es la nueva bestia que encarna el apocalipsis. En el consumidor de drogas habita la bruja, el moro, la ideología de género que atenta contra las sanas costumbres, la normalidad cartesiana, lo higiénico…cuando se deja de consumir drogas se está limpio, en el más medieval de los sentidos.
El Estado, no puede, no enajena, su sacrílego poder de Vigilar y Castigar. De disciplinar. Es por ello, a propósito, que en la Universidad y la academia los saberes son disciplinares. El Gran Hermano te vigila. Y como los estudiantes, el consumidor redimido bajo el fármaco, legal, admite y agradece ser castigado. Revictimización crasa: me golpea porque me quiere…fue crimen pasional. El profe es una cuchilla, por mi bien.
Todo ello, de suyo ya dramático, se adoba con una alta dosis de mercadotecnia, en el que la necesidad social se construye con propaganda, en el más profundo sentido político, y las drogas farmacéuticas encarnan el deseo del público. La sociedad, al decir de Escohotado, financia la represión: se reconoce a si mismo víctima propiciatoria, solloza ser envenado con vallium para matar el miedo que le venden en los mass media. Hay que curarse en salud, contra el otro que me habita.
Así, como la cruzada contra las brujas no acabo con decretos, sino que entre susurros apareció la locura renacentista, el capitalismo occidental no derrotó en una guerra al comunista soviético; el susurro de las drogas ilícitas se convirtió en el nuevo fantasma que recorre el mundo. Se desató una lucha por el mercado entre drogas lícitas y drogas ilícitas, donde el gran triunfante es el gran Capital Financiero.
En estos contextos, la universidad reclama para problematizar el consumo de sustancias psico activas, una investigación y una praxis con alta dosis de creatividad, que se balancee en una apuesta ética, política y espiritual.
José Miguel Sánchez Giraldo, Educador popular, profesor universitario, investigador consultor en temas de drogas, Doctor en educación y mediación pedagógica de la Universidad de la Salle de Costa Rica.
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