La verdad es que la gente usa Internet y no piensa mucho en estas cosas. Queremos que sea cada vez más ágil, que tenga más funcionalidades, pero no discutimos ni acompañamos el debate sobre sus rumbos. Sobre cómo Internet está alterando las relaciones económicas, políticas y sociales. Y si nosotros (y aquí me refiero a los movimientos sociales, a los medios alternativos de comunicación) no estamos discutiendo eso, hay grupos económicos y gobiernos que están pensando y tomando decisiones sobre eso en nuestro lugar. Y buena parte de las personas que piensan en eso y tienen poder político y económico para decidir los rumbos de Internet no toma las decisiones pensando en el interés público.
Por eso, es tan oportuno hacer una reflexión sobre Internet y su papel desde la perspectiva de la ciudadanía, del interés público y de la sociedad.
Es indiscutible que las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación –centradas en Internet– hoy ocupan un papel estratégico en la sociedad. En el aspecto cultural y en las comunicaciones, Internet permite el surgimiento de nuevos contenidos, permite interacciones que pueden generar nuevas referencias y prácticas culturales y comunicacionales, dar visibilidad a innumerables manifestaciones y producciones que son invisibilizadas por los grandes medios privados de comunicación. Por otro lado, están surgiendo los grandes monopolios de Internet, que restringen la circulación de esa producción.
Esto es porque la gente cada vez más está absorbida por las grandes plataformas y se vuelve dependiente de ellas. Y la lógica de ellas es la del like (me gusta), de los clics. Por eso hay que tener en cuenta el importante debate de cómo garantizar la diversidad cultural en Internet.
Si Internet intermedia prácticamente todas las relaciones económicas, sociales, culturales, si se vuelve cada vez más indispensable para la vida, entonces ¿porque la gente no debate esas cosas?
Primero, porque estamos acostumbrados a hacer uso de las tecnologías y herramientas, y punto final. Así fue y sigue siendo en buena parte con respecto a la radiodifusión, por ejemplo. Con que funcionen, el resto no es de nuestra cuenta. Esta es una postura cultural, pero que necesitamos empezar a cambiar, porque en el mundo digital, en el mundo de Internet de las Cosas y de la Inteligencia Artificial, su vida offline será cada vez más afectada por Internet y por las decisiones que un pequeño grupo toma sobre Internet.
Los tradicionales monopolios privados de la comunicación tienen ahora la compañía de nuevos monopolios privados que actúan en el campo de Internet, empresas gigantes que hoy dominan la arena comunicacional y que influyen en el comercio internacional, en la política. Facebook, Google, Amazon para citar algunas de estas empresas.
Este entorno monopolista que se está conformando en Internet es totalmente contradictorio con la construcción de una Internet ciudadana, abierta, libre, que promueva de forma dinámica la circulación del conocimiento producido por la humanidad y permita su resignificación, incentive la producción de nuevos conocimientos y contribuya para la emancipación de los pueblos. Muchos llaman la actual etapa de la historia de la humanidad como “sociedad de la información” o “sociedad del conocimiento”, sin embargo, lo que hemos visto, es que la profundización del monopolio privado en Internet está produciendo una sociedad de la “desinformación” o del “desconocimiento”.
Desconectados de todo el mundo, ¡uníos!
La población mundial está prácticamente dividida en dos mitades en términos de acceso a Internet. De acuerdo con datos divulgados por la Unión Internacional de Telecomunicaciones -UIT-, hasta fines de 2017 tendremos un 48% de conectados y un 52% de desconectados en todo el planeta.
Con la mitad del mundo desconectada, y con la disminución en el ritmo de crecimiento de nuevas conexiones, se va creando un nuevo ejército de excluidos digitales. La exclusión digital profundiza las desigualdades entre individuos, familias, regiones y países, determinando nuevos padrones de miseria e imponiendo nuevos desafíos para la lucha por el fin de la opresión capitalista.
Esta evaluación es del secretario general de la UIT, Houlin Zhao, con ocasión del lanzamiento del último informe de la organización sobre la situación de la banda ancha en el mundo, el State of Broadband 2017, de la Comisión de Banda Ancha de la UIT. Zhao destacó que “los países ‘de punta’ digitales están avanzando aún más, mientras que los países en desarrollo están en general quedándose atrás”.
Comparando la conectividad entre países desarrollados y en desarrollo, los primeros tienen una penetración del 41,3% de acceso, mientras que los países menos desarrollados deberán quedar en el 17,5% – datos del documento proyectados para 2017.
El informe resalta los muchos avances que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) están trayendo al mundo, y muestra, también, que la asimetría global en el uso de estas tecnologías es inmensa.
Alguien puede decir que estamos en buen camino, ya tenemos cerca de 3.500 millones de personas conectadas en todo el planeta. El dato frío puede parecer bueno, pero al mirar más de cerca, vemos que no es así.
El documento de la UIT utiliza un estudio de Facebook para detallar mejor la situación de conectividad actual. De acuerdo con este estudio, realizado en 75 países del mundo, en promedio el 94% de la población de estos países vive al alcance de una señal móvil 2G. ¡Intenta conectar en un 2G para ver qué pasa! ¡Casi nada! Y el documento concluye, entonces, que “es prácticamente imposible probar Internet de forma segura y efectiva a través de una conexión 2G”. Sólo el 76% de la población mundial tiene acceso a una señal 3G, y sólo el 43% de las personas tienen acceso a una conexión 4G. Así, la mayoría del mundo conectado sigue siendo subconectada, la mayoría de ellos en los países en desarrollo. A menos que las personas tengan la oportunidad de migrar de 2G a 3G o 4G, permanecen subconectadas.
Los desafíos de la exclusión digital no se limitan al acceso a la infraestructura. Hay problemas como la carencia de contenido y servicios locales, violaciones a la libre circulación de contenidos y falta de habilidad para el uso de Internet.
Producción de contenidos para la ciudadanía
Si bien todavía tienen un alcance restringido, frente al poder de la radiodifusión privada, los medios alternativos, independientes, populares, comunitarios ya no permiten que los barones mediáticos hablen por sí solos. El monólogo pasó a ser un diálogo, un “multiálogo”.
Conforme la web se fue desarrollando, surgieron nuevos mecanismos de distribución de contenidos. Los sectores históricamente excluidos del debate público, estructuralmente invisibilizados por los medios hegemónicos, empezaron a usar Internet para comunicarse, para contar sus propias historias, para manifestar su opinión sobre acontecimientos e incluso contradecir lo que los medios divulgaban como “verdad”.
Los medios alternativos se han convertido en referencia y vienen asumiendo un papel determinante para la divulgación de hechos y acontecimientos que son omitidos por los medios hegemónicos. Esto es esencial para la disputa de ideales y valores en la sociedad y está cada día más vibrante y viva.
Los microblogs, después los blogs, las primeras redes sociales y la posibilidad de crear plataformas digitales para distribuir contenidos producidos desde cualquier lugar, han creado un nuevo ecosistema de comunicación, que se ha ido fortaleciendo y ganando cada vez más relevancia en el debate público.
Además de estos avances en el campo de los medios alternativos, hay que decir que no podemos confundir la existencia de millones de contenidos en Internet, con diversidad. La mayoría de los contenidos están en inglés, por ejemplo. Es imprescindible impulsar la producción de contenidos en otros idiomas.
Los jardines amurallados y la dictadura de los algoritmos
El avance de los monopolios privados, como Facebook, está cada vez más absorbiendo a Internet hacia su interior, reduciendo en la práctica la diversidad.
Facebook alcanzó la impresionante marca de 2.000 millones de usuarios en todo el planeta. Aproximadamente el 25% de la población mundial está en la plataforma fundada por Mark Zuckerberg. Esto debería ser motivo de una seria y profunda reflexión sobre el papel de esta red social en la sociedad hoy.
Facebook está absorbiendo a Internet dentro de su “timeline”. Pocas personas navegan por Internet hoy. Ellas acceden a Facebook y en él se quedan, leyendo titulares de noticias, entradas personales, institucionales, fotos y videos, pero difícilmente hacen clic para ir al contenido original.
Además, Facebook fue creando nuevas funcionalidades para que usted se sienta cada vez más “en casa” y no quiera salir. ¿Por qué salir, no es así? Por ejemplo, si desea publicar un vídeo, publíquelo directamente en Facebook. Transmisión en vivo, utilice el Live de Facebook. Incluso porque, si usted no lo hace, su entrada será, digamos, saboteada. Pruebe a comparar el rendimiento de los mensajes de vídeo o de otras aplicaciones y los que usan el propio Facebook que verá de forma explícita. Facebook es como una calle sin salida.
Otro gigante de Internet, Google, toma decisiones que pueden afectar gravemente la democracia y la libre circulación de información. Por ejemplo: ¿Cuáles son los criterios de indexación que Google utiliza para filtrar los resultados de una búsqueda? Ahora, por ejemplo, con la discusión de la proliferación de las fake news, Google ha cambiado su búsqueda para indexar en la primera página de búsqueda sólo las noticias “certificadas”. ¿Cuáles son estas? Son exactamente las producidas por los medios monopolistas hegemónicos. Una decisión empresarial sobre cómo definir un algoritmo de búsqueda puede afectar la libertad de expresión y la democracia.
Además, esas plataformas introdujeron la dictadura de la timeline, del mundo en 140 caracteres (ahora 280) o en videos de 1 minuto. No es posible construir una consciencia crítica sobre la sociedad, producir y difundir conocimiento, en un ambiente como éste. De nuevo, el exceso de información no es bueno en sí. Puede ser hasta malo, porque nos resta la atención de lo que es importante, y lo transforma todo en asuntos efímeros. Estamos literalmente perdiendo la memoria ante el exceso de imágenes, de información.
Internet y esas plataformas privadas están capturadas y aliadas a los intereses económicos de las grandes empresas de copyright. Los contenidos se han retirado del aire, sin ninguna notificación o explicación, por supuesta violación a los derechos de autor y eso es una forma de violar la libertad de expresión.
Lo mismo ocurre con la producción periodística. Como ya he mencionado antes, Google está reduciendo la indexación de los contenidos producidos por portales, sitios web, blogs independientes y alternativos. Facebook está firmando alianzas económicas con diarios y revistas; los algoritmos que dominan esas plataformas están totalmente cerrados y sin ninguna transparencia. En varios países, ya hay estudios de cómo estas redes y el uso de datos y algoritmos están interfiriendo en decisiones políticas y en procesos electorales.
El mercado de los datos personales
Otro aspecto del control privado que el monopolio está ejerciendo a través de Internet se refiere a la recolección y comercialización de datos personales, al problema de la privacidad.
Estamos siendo monitoreados las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Todo el tiempo, en todas partes. En algunos casos, podemos estar siendo monitoreados hasta mientras dormimos. Cada respiración, cada paso, cada kilómetro rodado, cada clic en una red social, cada zapeada en la televisión, cada compra física o virtual que hacemos genera datos e información que está siendo almacenada, tratada y comercializada sin nuestro conocimiento, sin nuestra concordancia, sin ninguna transparencia.
La Internet y la superconexión, donde cada vez más personas y cosas están conectadas por más tiempo, genera una infinidad de datos que desde hace muchos años se están almacenando (el Big Data) y que ahora empiezan a ser tratados y vendidos: un mercado multimillonario para empresas e incluso gobiernos.
Es decir, Internet, que debería ser una plataforma de democratización, puede convertirse en un espacio de control.
Todo este panorama, que he descrito muy sintética y brevemente, nos impone el desafío de construir propuestas concretas de cómo enfrentar este escenario, desarrollando mecanismos de empoderamiento de las personas para que ellas sepan no sólo cómo utilizar la Internet de forma instrumental, sino cómo transformarla en una herramienta que esté efectivamente al servicio de la ciudadanía y de la construcción de una sociedad más democrática.
Por eso tenemos que discutir una agenda positiva de diseminación e incentivo al uso del software libre, construir políticas públicas de aplicación para que estas empresas privadas tengan que seguir reglas de transparencia, legislaciones nacionales de protección de datos y privacidad, entre otras.
Tenemos que fortalecer los espacios de formación, de capacitación de las personas para usar Internet y apoderarse de sus procesos, intervenir en los debates sobre políticas públicas para Internet y actuar para garantizar que Internet tenga una gobernanza multisectorial, y no quede totalmente a merced de los intereses privados.
Son innumerables las posibilidades. La tecnología y las plataformas toman la forma del uso que hacemos de ellas. Y queremos usar Internet para promover la ciudadanía, la democracia, y la integración soberana entre los pueblos, en la búsqueda de la paz y la reducción de la miseria. Esto puede parecer una utopía, pero ya nos enseñaba el cineasta argentino Fernando Birre que la utopía es para eso, para hacernos caminar.
RENATA MIELLI Periodista, coordinadora general del Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación, que reúne a cientos de entidades de todo Brasil. Secretaria general del Centro de Estudios de los medios alternativos Barão de Itararé. Integra la campaña Banda Ancha es un Derecho Tuyo y la Coalición Derechos en la Red.
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: Internet ciudadana o monopolios 16/11/2017
https://www.alainet.org/es/articulo/189414
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