También hay que decir, que hace dos siglos en el proceso de independencia de la corona española, existió un periodo de pugnas entre los líderes independentistas por el tipo de gobierno que pregonaban (centralistas y federalistas), a este periodo que aconteció entre el año 1810 y 1816 se le conoce como la PATRIA BOBA. Superadas estas confrontaciones en 1819 lograron el propósito común, la independencia nacional.
Justamente 200 años después, el 30 de mayo de 2010, en la primera vuelta presidencial, los candidatos alternativos e independientes de las elites tradicionales, iniciaron otro proceso de independencia, al logar pasar a la segunda vuelta presidencial con la formula pedagógica (Mockus + Fajardo), lo que permitió generar una esperanza y el espíritu de independencia política de las elites y las prácticas políticas tradicionales, con la llamada “Ola Verde”. Lo significativo es que sumados los sectores independientes al centro del espectro político y las fuerzas alternativas ubicados a la izquierda, lograron por primera vez el apoyo del 30% de los colombianos que participaron en ese proceso electoral, así: (Mockus + Fajardo) con 3.134.222 votos que representaron el 21.51%, y (Petro + Clara) con 1.331.267 votos que representaron el 9.13% del total de la votación. En total obtuvieron en la primera vuelta 4.465.489 votos, constituyéndose una expresión política que tiene como denominador común, la voluntad de cambio de elites y de las prácticas políticas cada vez más cuestionadas por sus generalizados y masivos hechos de corrupción.
De las elecciones de 2010, pretendo sugerir algunas conclusiones que ayuden a orientar el actual proceso político. Aquí me permito aventurar una primera hipótesis, que podrá ser validada o negada por los hechos en el debate presidencial en curso:
“La única manera de derrotar a las elites políticas tradicionales, es ganándoles en primera vuelta presidencial, mediante procesos de unidad o convergencia de los sectores independientes (centro), y alternativos (izquierda)”.
Para sustentar la proposición anterior, invito a reflexionar sobre lo qué pasó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en 2010, los candidatos que no pasaron a segunda vuelta pertenecientes a las elites políticas tradicionales, por identidad o por la defensa de sus intereses, resultan uniéndose al candidato de la derecha que logró pasar a segunda vuelta. Eso pasó con Nohemí Sanín (Partido Conservador), con Germán Vargas Lleras (Cambio Radical) y con Rafael Pardo (Partido Liberal), quienes resultaron en el gobierno de Juan Manuel Santos, cuando fue el candidato que dijo Uribe.
Esta hipótesis podemos justificarla diciendo que el candidato Juan Manuel Santos, obtuvo en la primera vuelta 6.802.043 votos que representó el 46.67% del total de la votación, Cambio Radical obtuvo un 10.11%, el partido Conservador el 6.13% y el Partido Liberal el 4.38%, en la segunda vuelta el candidato Juan Manuel Santos obtuvo 9.028.943 votos que representaron el 69.13%, y la formula Mockus + Fajardo logró pasar apenas del 21% al 27%.
Eso mismo, creo que puede ocurrir en el proceso electoral que hoy estamos viviendo, puede ser que uno de los candidatos de los sectores independientes o alternativos, Fajardo o Petro, pueda pasar a segunda vuelta, y sería fácilmente derrotado por un pacto de elites que se juntan contra quien pregone algún cambio a sus privilegios, haciendo muy difícil que pueda producirse un triunfo en la segunda vuelta. Pero, también hay que advertir que como Petro y Fajardo están compitiendo por los mismos votos, al dividirlos podría suceder que ninguno logre pasar a segunda vuelta, generándose un escenario nefasto, pues la pelea sería por ver cuál de los candidatos (Vargas Lleras o Iván Duque) se sitúa más a la derecha.
Una segunda hipótesis, que me permito aventurar, tiene que ver con la gradualidad de las transformaciones en las costumbres políticas, que aún no es posible saber si se puede verificar o no, por lo que no es tan contrastable empíricamente como la anterior. Sin embargo, la presento para el escrutinio de la opinión pública, con la idea que pueda servir para enriquecer el presente debate:
“En la coyuntura actual, es más probable que los votantes que históricamente han apoyado a las elites políticas tradicionales, decidan apoyar una propuesta contra la corrupción liderada desde el centro, que una propuesta que confronta el establecimiento liderada desde la izquierda”.
Para sustentar esta proposición, traigo a colación el relevo de la clase política en la ciudad de Bogotá, donde primero tuvieron que llegar varios candidatos independientes: Antanas, Peñalosa (cuando fue independiente, no el actual) y nuevamente Antanas, para que luego pudiera llegar a gobernar la ciudad los alcaldes de izquierda: Lucho Garzón, Samuel Moreno, y Gustavo Petro. Es más, mientras los gobernantes de la izquierda no confrontaron directamente con los poderes tradicionales, se lograron interesantes avances en el terreno social, pero tan pronto se asumió un estilo de confrontación, en el periodo inmediatamente posterior, las elites tradicionales recobraron el gobierno de la ciudad, perdiéndose buena parte de los beneficios que los sectores más vulnerables habían alcanzado.
En este análisis, creo que por primera vez en mucho tiempo, coincidimos con el senador Jorge Robledo, también con el Polo Democrático Alternativo, igual con el Partido Alianza Verde, al definir su apoyo a Sergio Fajardo en la Coalición Colombia, pues consideran que éste tiene más posibilidades de atraer a sectores tradicionales, que definitivamente, nunca apoyarían una candidatura de Gustavo Petro y de la izquierda en este periodo de alta polarización.
Una tercera, y última hipótesis, tiene que ver con la estrategia electoral profunda que está implementando la ultraderecha, para poder crecer y volver a tocar el hilo emotivo y el temor de los colombianos, y así huirle a un debate centrado en la razón, los argumentos y el cuestionamiento de sus comportamientos corruptos, retardatarios y excluyentes.
“Para la derecha radical, es más conveniente confrontar con un candidato que polarice, que con uno que busque la reconciliación y el cumplimiento de los acuerdos de paz.”
Para los candidatos Alejandro Ordoñez, Iván Duque y Germán Vargas Lleras, así como para la candidata Marta Lucia Ramírez, es más cómodo hacer una campaña contra la izquierda y el fantasma que ellos denominan “Castro-Chavismo”, porque ellos se ponen como defensores de la institucionalidad, y de paso, sí lo derrotan, se sienten con el derecho de no cumplir los acuerdos de paz, argumentando que si los colombianos hubieran querido que se cumplieran, habrían elegido un presidente de izquierda.
Finalmente, quiero resaltar que el candidato Gustavo Petro, esta semana en Bucaramanga hizo un llamado a los candidatos de la Coalición Colombia y del Partido Liberal, para que busquen caminos de unidad. Considero que es muy conveniente que se haga un esfuerzo para explorar esas posibilidades de confluencia, si de verdad se quiere estar a la altura de la oportunidad histórica y apostarle a una SEGUNDA INDEPENDENCIA, ahora de las elites políticas tradicionales, que han convertido la política en su negocio particular. Pero también, puede ser que los candidatos del centro y de la izquierda, aún no estén preparados para asumir y ejercer el poder de trasformar a Colombia, y estemos inmersos en una segunda PATRIA BOBA. Espero que en el 2018 exista la capacidad de encontrar lo que los une, y no sólo lo que los diferencia y separa. Los colombianos quieren un cambio, pero requieren de unos líderes que interpreten sus expectativas y les ayuden a superar sus temores. Creo que en el 2018 se puede!!!
MIGUEL ANTONIO GALVIS: Consultor y analista Independiente.
Deja un comentario