La historia de nuestro país ha pasado por diferentes periodos, en buena parte como reflejo del nivel de las fortaleza o debilidad de las organizaciones sociales. Siempre se han expresado diversas opciones e interpretaciones de la realidad que nos rodea. Y cada una de estas han buscado que lo suyo sea la guía de la lucha de cada momento y así lograr en el lejano horizonte, la construcción de la sociedad soñada bajo su propia visión.
Esto ha conducido reiteradamente al llamado sectarismo y al rompimiento de toda relación, incluso al abandono de tareas conjuntas que en su momento buscaban fortalecer sus respectivas propuestas dentro del amplio movimiento social. Aunque seguimos celebrando el florecimiento de pensamientos diversos, no podemos seguir cayendo en la pretensión de que dicha condición sea el pretexto para continuar divididos. La diversidad debe fortalecernos para avanzar conjuntamente en este siglo determinante para nuestra sociedad y para la supervivencia de la propia especie humana.
El actual gobierno nacional ha surgido precisamente por la acumulación de frustraciones populares por sus requerimientos no resueltos y por el encuentro de nuevas y viejas organizaciones, que en un esfuerzo han logrado caminar colectivamente para contar por fin con una administración del Estado al servicio de las mayorías. El deterioro socio-económico de la población colombiana acompañado del saqueo sistemático de sus territorios y del mismo aparato estatal, ha contribuido para que las diferentes expresiones socio-políticas y en medio de las diferencias se aproximen para lograr las reformas que sean posible en el actual periodo presidencial.
La derecha y sus expresiones extremas, andan junticas oponiéndose a todo aquello que nos conduzca a la inclusión, la justica socio-ambiental y a una amplia democracia. No se puede negar el poder económico y político que siguen sustentando y su capacidad mediática a través de sus medios de comunicación, para tergiversar todo aquello que realice el gobierno a favor de las mayorías ciudadanas. Los que siempre han ostentado el poder económico y gubernamental, se opondrán a los cambios que mermen su capacidad de manipulación y enriquecimiento basado en la pobreza del pueblo colombiano.
A pesar de las diferencias, debemos ser conscientes que la única manera de seguir avanzando será con la unidad, la organización y la voluntad de lucha. La pasividad, el desgano y desinterés, solo favorecen los intereses y propósitos de quienes obtienen beneficios de la desigualdad y la exclusión. El dialogo constante y propositivo, la unidad para convertirnos en una sola voz, la organización que nos fortalezca y la lucha que nos lleve a exigir nuestros derechos, son esenciales ante la intentona de quienes pretenden recuperar un poder para someter y criminalizar a las multitudes que valientemente salen a marchar y protestar.
La lucha no ha terminado, seguirán días difíciles y momentos de mucha confusión. Pero en la medida que nos fortalezcamos, a quienes quieren que todo continue igual y regresar al pasado lleno de desesperanza, les será difícil reversar nuestros avances. Construir una sociedad verdaderamente justa, inclusiva y democrática en armonía con la naturaleza requiere del aporte decisivo de las inmensas mayorías.
No permitamos que nos hagan regresar al pasado, no permitamos que nos hagan retroceder, no permitamos que nos nieguen nuestros sueños, que la esperanza no se pierda, que el mañana sean un mañana glorioso para todos y todas. Reiteremos que “Ni un paso atrás, retroceder nunca jamás, siempre adelante”.
John Elvis Vera Suarez
Foto tomada de: Publimetro
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