Sobre el diálogo, el monólogo o la entrevista que rindió Uribe a los comisionados Francisco de Roux, Lucía González y Leyner Palacios, han circulado variadas lecturas y escritos. Un análisis muy interesante es el que ofreció el sociólogo Teodoro Pérez, quien se refiere a “la arrogancia, auto victimización, marrullería, grosería y monólogo de Uribe en esa diligencia”, y la serena actuación del padre de Roux al aplicar lo que definió como un valioso principio jesuítico. “1. Por decisión de Uribe la audiencia, que se había previsto como algo completamente privado e íntimo entre él y el cura a modo de confesión confidencial, se hizo pública y quedó registrada sílaba por sílaba. 2. Aunque Uribe insistió todo el tiempo que desconocía a la Comisión por ser ilegítima, ya que es producto de los acuerdos de La Habana que él no acepta, en la práctica la reconoció al presentarse públicamente y declarar no sólo ante el sacerdote, sino ante dos comisionados más. Y 3, lo más importante, Uribe aceptó públicamente que todo lo dicho en esa audiencia podía ser utilizado por la Comisión. En conclusión, la máxima jesuítica de “entremos con la de ellos para salirnos con la nuestra” fue aplicada a la perfección por el padre de Roux. Ahora lo dicho por Uribe podrá ser incluido y contrastado con las demás versiones para establecer la verdad. Ya veremos cómo queda la cosa cuando presenten el informe final”[1].
No sabemos si esa máxima jesuita sea cierta o no, si se trata de alguna estrategia tipo Caballo de Troya o táctica de guerra, ni si Uribe al aceptar hablar con el padre de Roux reconoció a la comisión al recibirla (aunque lo negó) o al sacerdote; lo que si queda claro, es que se trata de un hecho importante, cuyo significado trasciende lo simbólico.
Desde la publicación del vídeo del encuentro, en el que Uribe busca mostrarse como el patriarca que nada teme y todo lo domina, variadas críticas han caído sobre el presidente de la Comisión de la verdad, por -según afirman algunos- haberse, prestado para este show, con puesta en escena y plataforma de promoción política, en el que se observa el dominio de Uribe, la ubicación inferior de los comisionados y la imposibilidad del padre de Roux para mirarlo a los ojos. Para algunos el padre lucía minúsculo ante la sombra del anfitrión, pero para otros resultaba imposible mirar a los ojos a quien miente y amenaza desde el silencio o desde la incontinencia verbal. La estatura moral del sacerdote fue muy superior.
Alberto Morales Gutiérrez, escribió en su página web: “La estrechez de pensamiento o la enajenación, puede llevar a pensar que la comisión debería concentrarse en entrevistar solo a quienes el fanático asume que son los héroes del conflicto, o a dudar cuando la comisión escucha a quien el fanático asume que es el culpable. El espectáculo grotesco protagonizado por el señor Álvaro Uribe y su hijo Tomás en el encuentro reciente con la comisión de la verdad, es altamente representativo de ese fenómeno, y refleja la muy reducida visión del mundo que los acompaña. Su universo pequeñito tiene el alcance de algunos miles de hectáreas de ganado y nada más.
Las críticas que se han hecho a esta visita, tanto desde las huestes de la derecha como desde las de algunos “progresistas”, permiten generar una duda razonable alrededor de su verdadera comprensión sobre el significado de una comisión de la verdad”[2].
La comisionada Lucia González, quien sería agredida verbalmente por uno de los hijos del exsenador Uribe durante la entrevista, reconoció que en un primer momento “el señor Uribe pretendió solamente hablar con Pacho y yo le dije: “¡No, aquí estamos nosotros, somos comisionados y vamos a hablar!”. Leyner y yo somos comisionados en igual categoría que el presidente del pleno. Eso no le gustó. Luego se desarrolló la entrevista que tenía un performance que los medios han destacado, en el que estaba claro que quien controlaba todo era él. Pero para Pacho el imperativo de oírlos a todos estaba por encima de las formas”[3].
Trascender el juego de la escenificación política o la teatralidad del fascismo (como quieran llamarlo) con su lenguaje machista y tergiversaciones históricas, fue el reto que asumió la Comisión durante el encuentro. Sin embargo, una semana después todavía nos preguntamos: ¿En calidad de qué fue escuchado Uribe por la CVR? ¿cómo el ex presidente de uno de los gobiernos más violentos y corruptos en la violenta y corrupta historia del país?, ¿En calidad de imputado? ¿aliado y promotor del paramilitarismo? ¿Responsable de crímenes atroces y violaciones a los derechos humanos? ¿cómo víctima o como victimario? ¿Cómo autor mediato de la política de Estado de los mal llamados ‘Falsos positivos’? Las entrevistas a los ex presidentes César Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Juan Manuel Santos, por parte de la Comisión fueron bien diferentes.
Daniel Coronell destacó en su columna titulada “El engañado” algunas de las omisiones a la verdad y alegres tergiversaciones que presentó el exmandatario ante la Comisión. “En su sermón auto absolutorio ante la Comisión de la Verdad, el señor expresidente Álvaro Uribe aseguró que en la masacre de Cajamarca “los soldados me engañaron”. Lo que no dijo es que el antiguo comandante de esos soldados -y mayor responsable de los desplazamientos forzados, secuestros, robos y asesinatos, en esa zona del Tolima- fue presentado por los abogados de Uribe como testigo a favor de su hermano Santiago en el juicio por la conformación del grupo paramilitar Los 12 apóstoles”[4]. El resto del artículo presenta un relato aterrador, que bien vale la pena conocer.
Nadie esperaba confesiones ni verdad alguna por parte de Uribe, ni siquiera los comisionados. El objetivo no era torcer su guion, descolocarlo, irritarlo y llevarlo a alguna confesión forzada sobre los múltiples crímenes que se le atribuyen, como lo hizo el periodista David Frost en 1977 cuando logró en vivo y en directo la confesión de Nixon sobre el Watergate. Tampoco se trataba de convertir a la Comisión en plataforma para la maquinación perversa de quien usaría este encuentro como propaganda política a fin de reencausar en algo el rumbo de un partido que hoy camina hacía la deshonrosa extinción en medio de escándalos de corrupción, mentiras y alianzas mafiosas y paramilitares. El objetivo -al menos así se lee en la distancia- era establecer el precedente del espacio y la oportunidad histórica para que el ex presidente pudiera ser escuchado con respeto y bajo las condiciones que él mismo fijó para el encuentro. Era dejar un precedente histórico.
La comisionada González contó que el padre Francisco de Roux le pidió que lo acompañara, y que le pareció acertado, por su autoridad moral, que Leyner Palacios, sobreviviente de la masacre de Bojayá, Chocó, e incansable luchador por la paz, hiciera parte de la comitiva. “A pesar de que el expresidente Uribe dijo que no reconocía a la Comisión, nosotros fuimos como Comisión porque no podíamos quitarnos esa investidura para pasar una cerca y decir ya no lo somos.
[…] Cuando llegamos al lugar nos encontramos con la escenografía dispuesta para que él fuera el centro, la autoridad. Esa puesta en escena no era adecuada para la dignidad de la Comisión ni la de Pacho. Hablamos y Pacho privilegió la escucha. Dijo: “Ya estamos aquí, vamos a oírlo y hacer las preguntas que tenemos que hacer. Sigamos”. Haber dicho que no, habría hecho imposible el espacio, y se tenía un objetivo superior muy claro. Creo que fue mejor transmitirlo completo para que quedara en evidencia qué se dijo, qué y cómo se actuó. Si no hubiera sido así, estaríamos unos y otros contando versiones o sacando apartes. Uribe habló de respeto todo el tiempo, pero una cosa son las palabras y otra la evidencia de los actos”[5].
En el registro del encuentro se advierte un ataque contra la comisionada y un acto violento protagonizado por el hijo del capataz de la hacienda, porque en ese momento y en ese contexto eso eran; un capataz que recibe invitados por simple cálculo político y un hijo “educado” para pasar por encima de los demás. “Lo que preocupa no es solo el hecho sino cómo se instituyen esas maneras, se convierten en ejemplares, hay licencia para hacerlas, los hijos las replican, los medios las replican y el matoneo se convierte en un acto lícito. En el origen del conflicto armado está el patriarcado, el clasismo, el racismo, está la invención del enemigo interno, la descalificación y eliminación del otro no solo física, sino moralmente. Me afecta el desprecio de la institucionalidad amparada por la Constitución, ese desprecio de lo que significa la verdad. Esa es la guerra, los grupos armados son solo el síntoma”[6], sostuvo la comisionada. Ciertamente esa descalificación por parte del expresidente y la violenta acción del hijo (que despertó una tenue sonrisa en el rostro del padre) cuando la acusa sin fundamento y luego le pone el teléfono en la cara y le exige que confiese que estaba del lado de las Farc, no se la hacen a un hombre. Uribe, el gran “macho” posó, se defendió, dijo lo que quiso de su gobernación y su presidencia, evadió lo que pudo y dejó en claro, aunque no lo acepte, que el país ha estado en guerra (no bajo una simple amenaza terrorista). Detrás de su narrativa oficial se advierten las raíces de un viejo y prolongado conflicto social, político y económico; y el mismo encuentro terminó por reconocer la institucionalidad que Uribe verbalmente niega. La Comisión cumplió así con su mandato.
Una semana después de este audaz encuentro, el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (CSPP), la Corporación Jurídica Libertad y la Coeuropa llevaron ante la JEP el informe “Desde las Sombras” sobre el abuso de la inteligencia del Estado entre 1989 a 2016 para perseguir a la oposición política y a los movimientos sociales y defensores de los derechos humanos, señalando directamente al gobierno de Uribe.
“En el documento de 62 páginas, afirman que el periodo con mayor ocurrencia de hechos de ese tipo se dio durante el gobierno del expresidente Álvaro Uribe. Según las organizaciones, durante ese mandato a su juicio se persiguió a opositores políticos, se infiltró sus esquemas de seguridad, se archivaron investigaciones de forma cuestionable y se estigmatizó a movimientos sociales como aliados de grupos ilegales”.
Precisamente, las plataformas mencionaron sobre ese punto la responsabilidad y presunta responsabilidad de 20 personas en ese fenómeno durante el gobierno Uribe. Entre los nombres figuran el del propio expresidente de la república, el de los exdirectores del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) Jorge Noguera, María del Pilar Hurtado, el exministro Fernando Londoño, el excandidato presidencial Rafael Nieto y el exfiscal Luis Camilo Osorio”[7]. ¿Otra más de las verdades que en algún momento llegará a la Comisión? Tal vez, pero no será a través de Uribe.
Un día después de estas graves revelaciones, se hizo público un documento de hace quince años, que revela lo que un alto funcionario del gobierno de Estados Unidos, afirmaba sobre el ex presidente Uribe Vélez. “La agencia AP, señala que un funcionario del Departamento de Defensa de Estados Unidos tenía sospechas en 2004 de que el entonces presidente de Colombia Álvaro Uribe “tenía un historial de tratos con paramilitares, según un informe desclasificado de sus primeros años en el ejecutivo”. La agencia también informó que el documento desclasificado hace parte de una serie de registros que fueron compartidos por una organización sin ánimo de lucro llamada National Security Archive (Archivo Nacional de Seguridad)”[8].
Como si lo anterior fuera poco, para confrontar a Uribe con sus “verdades” y “omisiones”, el fiscal tercero delegado ante la Corte Suprema de Justicia le pidió al Tribunal Superior de Bogotá, acoger la solicitud de imputación de cargos por el delito de homicidio agravado contra el general en retiro Mario Montoya (a quien Uribe calificaba como “un héroe de la patria”), “por su presunta responsabilidad en al menos 104 casos de falsos positivos” [9], incluyendo cinco menores de edad. Sin embargo, la defensa del excomandante del Ejército pidió que se tenga en cuenta el sometimiento a la JEP para que el caso no pasé a la justicia ordinaria. Los militares no olvidan que desde el Uribismo se quiso desmontar la JEP y saben bien que el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, es el único mecanismo dentro del marco de la justicia transicional -responsable de juzgar los crímenes cometidos en el marco del conflicto armado y columna vertebral del acuerdo de paz con las Farc-, con el que cuentan para evitar largas condenas por delitos graves en medio del conflicto armado y por las conocidas improvisaciones en el manejo del orden público que derivaron en múltiples violaciones a los derechos humanos. La JEP les garantiza celeridad para resolver su situación jurídica y beneficios a cambio de verdad. “Mientras que por ‘falsos positivos’ en la jurisdicción ordinaria se han dado condenas de hasta 50 años de cárcel, como la impuesta al coronel Carlos Alberto Ayala Pacheco, en la JEP la máxima pena es de 8 años, si se confiesa la verdad y se cumple con la reparación de las víctimas. Además, la condena no se paga en una cárcel tradicional. Y en el peor de los casos, si el acusado no contribuye con la verdad, tendría 20 años de prisión”[10]. Sin embargo, más allá de lo que establece y promete la JEP, Uribe ni su discurso podrán ser llevados ante ella, el único órgano judicial (como forma de justicia restaurativa) del Sistema Integral para la Paz. Nada de lo dicho en la Comisión por Uribe tiene carga judicial.
Uribe tiene mucho que explicarle al país, pero tal vez no lo haga nunca. En su infinito egotismo se siente superior a la ley, a la justicia, a la democracia misma; no cede, no negocia, solo impone, ordena, manda a…, como todo un capataz, pero para la historia quedaran los resultados de los procesos en curso a través de la justicia ordinaria, los oficios, las denuncias empantanadas, las víctimas del horror y la constancia de que una vez, por ahora, se le invitó a la mesa de la reconciliación nacional para ser escuchado, no se le excluyo ni se le silenció, se le abrió un espacio a su gusto y medida ante una Comisión legitima, creada para el Esclarecimiento de la Verdad, luego de la firma del Acuerdo del Teatro Colón entre el gobierno nacional y la guerrilla de las FARC-EP.
Más allá de lo que diga o calle es esencial para la institucionalidad de la paz, determinar los patrones, las políticas, prácticas y contextos que determinaron la perpetración de los abusos de manera sistemática, reconocer las causas estructurales del conflicto armado interno, reparar a las víctimas, garantizar el derecho a la verdad de toda la sociedad, y evitar que esta historia se repita. Uribe no es el centro de nuestra historia, pero tampoco es un actor pasivo en este cruento desenlace.
El presente de Uribe es su pasado, pero no tiene futuro, y él lo sabe muy bien. Por eso hace lo hace, dice lo que dice y calla lo que calla.
___________
[1] Tomado con previo consentimiento del grupo WA “Arte y verdad”.
[2] Al Alberto; “Hay gente a la que la verdad le sabe muy maluco”. Bogotá, 20 de agosto de 2021. Ver en: https://alalberto.com/hay-gente-a-la-que-la-verdad-le-sabe-muy-maluco/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=hay-gente-a-la-que-la-verdad-le-sabe-muy-maluco&ct=t(RSS_EMAIL_CAMPAIGN)&fbclid=IwAR0xhLRjL77ixfGTBnPb6QRKavOhaepSpPiwyX3ACQ6L4pRvIF5So4mGA-4
[3] El Espectador; “No soy fariana y Uribe lo sabe porque me conocer: Lucia González”: Por Gloria Castrillón, Bogotá, 20 de agosto de 2021. Ver en: https://www.elespectador.com/colombia-20/paz-y-memoria/no-soy-fariana-y-uribe-lo-sabeporque-me-conoce/?fbclid=IwAR1FEiQIy3XzqR_Oz4ruXATbI7FSaWYin4JTW8Oz2s-uigIR_zKQjOXJsYg
[4] Los Danieles; “El Engañado”. Por Daniel Coronell. Bogotá, 20 de Agosto de 2021. Ver en: https://losdanieles.com/daniel-coronell/el-enganado/
[5] El Espectador; Op.Cit.,
[6] Ídem
[7] W Radio; “Señalan ante la JEP a 20 personas durante gobierno Uribe por “inteligencia ilegal”. Bogotá, 24 de agosto de 2021. Ver en: https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/senalan-ante-la-jep-a-20-personas-durante-gobierno-uribe-por-inteligencia-ilegal/20210824/nota/4160568.aspx
[8] Al punto; “Pentágono desclasifica documento que habla de “supuestos vínculos de Álvaro Uribe con grupos paramilitares”. Por Nicolás Garzón. Bogotá, 24 de agosto de 2021. Ver en: https://alpunto.com.co/pentagono-desclasifica-documento-que-habla-de-supuestos-vinculos-de-alvaro-uribe-con-grupos-paramilitares-2/?fbclid=IwAR0xKBaotSmB66UxqGahc69NRRoegsGrVX8Vc6puDjw3m0lccKX0DZg6iIo
[9] Blu Radio; “Fiscalía imputó cargos al general (r) Mario Montoya por al menos 104 falsos positivos”. Bogotá, 25 de agosto de 2021. Ver en: https://www.bluradio.com/nacion/paz/fiscalia-imputo-cargos-al-general-r-mario-montoya-por-al-menos-104-falsos-positivos
[10] El Tiempo; “Por qué crece la romería de militares a la criticada JEP”. Por Carlos Ortega. Bogotá, 21 de octubre de 2018. Ver en: https://www.eltiempo.com/justicia/jep-colombia/por-que-tantos-militares-quieren-ir-a-la-jep-283700
Maureén Maya
Deja un comentario