El viernes por la mañana, 489 días después de su detención, Ilaria Salis era de nuevo una mujer libre. Antes del mediodía, dos agentes de policía llamaron a la puerta del apartamento de Budapest en el que la italiana llevaba algo más de tres semanas en arresto domiciliario y desmontaron el monitor ceñido al tobillo, de acuerdo con la última resolución del juez Joseph Sos.
En el fallo, de unas 10 páginas en total, el juez hace referencia a una sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas según la cual la condición de eurodiputada debe considerarse vigente desde el momento de la elección, sin necesidad de esperar a que se formalice oficialmente. Así, gracias a los 176.000 votos que recibió como parte de la lista de la Alianza Verde de Izquierda (AVS), Salis ha recuperado su libertad y se esperaba que regresara a Italia este mismo sábado: un momento de gran felicidad para ella, y una bofetada en la cara de quienes se han pasado meses lamentando lo equivocado que fue politizar el asunto.
Ilaria cumplió el lunes 40 años, y sus padres ya habían comprado los billetes para ir a visitarla a Hungría. Roberto Salis, su padre, acabó marchándose antes y el viernes ya estaba en Budapest.
“Lo celebraremos en casa”, dijo, con la voz comprensiblemente temblorosa por la emoción. “Voy a recogerla y traerla de vuelta. Estoy intentando organizar el viaje de vuelta lo más rápido posible. He estado trabajando entre bastidores, pero no esperaba que la pusieran en libertad tan pronto como hoy [viernes, 14 de junio). Pero entonces, el abogado húngaro me llamó para decirme que la policía estaba de camino para liberarla”.
Hubo felicitaciones del embajador italiano Manuel Jacoangeli, que declaró en un comunicado de prensa que Salis había expresado su gratitud “por el gran apoyo que siempre ha recibido, en primr lugar durante su estancia en prisión”. El juicio de la eurodiputada de AVS queda oficialmente suspendido: continuará cuando termine su mandato en Estrasburgo, o quizá antes, aunque el camino por recorrer se presenta complicado.
Se espera que Hungría solicite la revocación de la inmunidad adquirida por Ilaria Salis tras las elecciones; sin embargo, aún no se ha tomado una decisión al respecto, a pesar de las solemnes proclamaciones de los portavoces de Orbán y las esperanzas no tan ocultas de gran parte de la derecha italiana. En concreto, el procesdimiento estipula en primer lugar que la fiscalía de Budapest debe manifestar su intención de proseguir con el caso. En ese momento, la pelota pasaría al gobierno húngaro, que tendría que remitir una petición al Parlamento Europeo, para someterla a votación en el pleno. Aun en el caso de que la mayoría decidiera autorizar la suspensión de su inmunidad, hay un paso más: la autoridad judicial húngara tendría que enviar una orden de detención europea a Italia, sobre la que tendría la última palabra un tribunal de apelación italiano, concretamente el Tribunal de Milán, que tiene competencia territorial sobre el asunto en cuestión.
Quienes decidirían serían los mismos jueces que el 28 de marzo denegaron la petición de Hungría de extraditar a otro antifascista italiano, Gabriele Marchesi, acusado de los mismos delitos que se impuraban a Ilaria Salis, a saber, agredir a unos neonazis en febrero de 2023, mientras se celebraba en Budapest el “Día de Honor” en conmemoración de las SS. El motivo del rechazo del tribunal de Milán fue la falta de claridad ofrecida por Budapest sobre la situación en sus prisiones. En varias cartas escritas desde el interior de la prisión de Gyorskocsi Utca, Ilaria Salis describió celdas angostas y atestadas, ratas y cucarachas, pésimas condiciones sanitarias, comida podrida y reclusos encadenados. En enero, el mundo entero conoció esta realidad cuando se difundieron imágenes de la italiana haciendo su entrada en el juzgado con grilletes y sujeta con una correa por una guardia.
Fue el comienzo de una campaña que logró, en primer lugar, despertar al gobierno italiano de su indiferencia ante el asunto (al menos en parte, eso sí, y no siempre con resultados visibles), consiguió luego llegar al Palacio del Quirinal, desde el que el presidente [de la República] Sergio Mattarella llegó incluso a llamar personalmente a Roberto Salis para expresarle su apoyo. Y, finalmente, propició los numerosos votos a favor de Ilaria el pasado domingo, contribuyendo en no poca medida al éxito electoral de AVS.
Ahora comienza una nueva historia, protagonizada por la honorable eurodiputada Ilaria Salis, miembro de Izquierda Europea. Su trabajo se centrará ante todo en los derechos de los presos y en el antifascismo, que -según declaró a il manifesto– considera “una cultura viva, sentida y en sintonía con los grandes temas de hoy: la desigualdad social, la discriminación, la guerra y el cambio climático”. Es el comienzo de un camino de libertad por recorrer.
Fuente: il manifesto global, 18 de junio de 2024
Ilaria Salis: “A Europa llevo mi historia y los movimientos sociales”. Entrevista
Ilaria Salis
“Mi resultado es una señal positiva ante el éxito de los partidos de extrema derecha en varios países europeos. Pero la señal más fuerte es que muchos de los votos proceden de jóvenes y estudiantes: sólo ellos pueden cambiar la dirección del viento que sopla sobre el país”. La eurodiputada Ilaria Salis se ha tomado unos días para responder a nuestras preguntas [de Mario Di Vito y Giansandro Merli, periodistas de il manifesto] en la primera entrevista que concede desde que obtuvo la avalancha de 176.000 votos que han remolcado a la AVS (Alleanza Verdi-Sinistra – Alianza de Verdes e Izquierda) más allá de la cantidad necesaria y que la llevarán a Estrasburgo. Un cambio aún lejano, que requiere de cierta cautela para proteger su posición en un país como Hungría. Eso no quiere decir que evite entrar en el fondo de las cuestiones que caracterizarán su nuevo compromiso político: de la calle a las instituciones, valorando las “experiencias de muchos años transcurridos en los movimientos”.
Diputada Salis, ¿con qué estado de ánimo aguardaba los resultados de las elecciones?
Yo diría que la incredulidad ha sido el estado de ánimo dominante. Cuando ya incluso lo celebraba todo el mundo, yo todavía esperaba a ver los resultados numéricos. Cuando superamos el millón de votos favorables a AVS, supe que se había alcanzado el 4%, pero aún así me costaba creerlo.
¿Logró dormir después de la noticia de las elecciones?
Sí, me dormí de golpe, un poco como los niños. Pero al cabo de unas horas ya estaba despierta, porque, evidentemente, el teléfono empezó a sonar temprano. Cuando abrí los ojos no podía darme cuenta de lo que había pasado, pensé que no había sido más que un bonito sueño.
¿Qué tipo de señal representa la elección de una antifascista militante con tan gran cantidad de apoyos?
Una señal muy positiva, sobre todo ante el éxito electoral obtenido por los partidos de extrema derecha en muchos países de Europa. Es alentador ver que mucha gente, al menos en Italia, no se ha olvidado de la historia de nuestro país. Pero la señal más fuerte es el hecho de que muchos votos proceden de jóvenes y estudiantes. Creo que es un dato muy importante, porque la participación política de los jóvenes es fundamental, sobre todo en el mundo actual, que cambia a un ritmo continuo. Quizá sólo gracias a las nuevas generaciones pueda cambiar la dirección del viento que sopla sobre nuestro país.
Sopla sobre Europa un viento de extrema derecha. Alguien ha dicho en broma que la Eurocámara es el lugar menos seguro para enviarla en estos momentos. ¿Por dónde hay que empezar para frenar semejante deriva?
Las derechas no quieren crear las condiciones y las herramientas para que la gente supere sus inseguridades. Al contrario, fomentan dinámicas de regresión humana, social y política. Por eso es importante esforzarse por mejorar las condiciones materiales de vida y estimular las vías de crecimiento. Además, la solidaridad, fuerza valerosa y colectiva que puede cambiar realmente el mundo, debe ser el faro que nos ayude a mantener el rumbo. Por último, hace falta dar vida a una nueva cultura popular antifascista, que hunda sus raíces en la gloriosa memoria de los partisanos, pero también y sobre todo que se nutra del presente. Una cultura viva, sentida y cercana a los grandes temas de hoy: desigualdad social, discriminaciones, guerra y cambio climático.
¿Esperaba ser capaz de llevar a AVS a un resultado por encima de todas las expectativas?
No, la verdad es que no me lo esperaba, y de hecho me preocupaba que no superásemos el listón. Cuando vi despegar las cifras, apenas podía creerlo.
En las próximas semanas comenzará su compromiso en Europa. ¿Cuál será su primer acto como eurodiputada?
No importa lo que haga antes o lo que haga después, porque los temas en los que quiero centrarme son todos igual de importantes y a menudo están interrelacionados. He experimentado en carne propia lo que es estar encarcelada en el extranjero y sigo todavía detenida. Nadie puede aceptar tales injusticias. Por último, como parlamentaria, puedo dar voz a las historias y condiciones de todas estas personas. En Italia, la situación es dramática no sólo dentro de las cárceles, sino también por las condiciones a las que se somete a los migrantes en los centros de detención para su repatriación. También lucharé contra la discriminación, la desigualdad, la explotación, el patriarcado y la guerra. Por un cambio radical de las condiciones materiales de vida de la gente, por los derechos de los trabajadores y de los trabajadores precarios. Por una escuela de calidad que no deje a nadie atrás y por la protección del medio ambiente.
Alrededor de su candidatura se han movido centros sociales, movimientos, estudiantes y personas que habitualmente se mantienen alejadas de las urnas. ¿Qué tipo de relaciones piensa cultivar con estas realidades?
Siempre he hecho política en contextos de movimientos y entre la gente del común: mi intención es partir de lo que soy y de mi historia. Creo que las experiencias de tantos años transcurridos en los movimientos y los intercambios que seguiré teniendo con estos ámbitos podrían allanar el camino a una idea de la política más cercana a la vida real y que implique a todas las personas que comparten la voluntad común de luchar por lo que es justo.
Fuente: il manifesto, 17 de junio de 2024
Querida Ilaria, te escribo desde la cárcel y te lanzo un trozo de sábana
Luigi Travaglia
Querida Ilaria:
Te escribo con la esperanza de que, en esta marasmo de palabras, la solidaridad expresada por el lenguaje no haya perdido aún todo significado. Te escribo para lanzarte, a pesar de la distancia y las privaciones, un trozo de sábana imaginaria que te haga evadirte, con más fuerza, de tu situación cotidiana.
Sé que todo lo familiar o deseado, cuando se piensa desde la cárcel, es una proyección, como una imagen imaginada en apnea. Sé que el equilibrio entre fantasía y melancolía es sutil y que la nostalgia es una amiga fastidiosa, pero imaginarse la solidaridad fuera es un ejercicio de la imaginación mucho más real de lo que parece.
Para el que está fuera, no es fácil imaginar lo que es permanecer en silencio, tumbado en el camastro mirando al techo con la esperanza de sentir dentro del corazón la solidaridad, no es fácil entender que ese silencio, dentro, es un silencio diferente, más parecido a un grito ahogado, a un pensamiento oprimido.
Porque las paredes, los sonidos de llaves, pasos, televisores, de aperturas y cierres oprimen el silencio, sofocándolo poco a poco.
Los jornadas interminables y los meses que pasan veloces. Lo sé, es así para todos. El tiempo sigue pasando inexorablemente y el problema principal para los reclusos es cómo ocuparlo sin dejarlo pasar en sordina, tumbados o en horas de sueño forzado. No podemos dejarnos marcar por las comidas, el apagar las luces, la apertura de las celdas o cualquier otro cambio dictado por el régimen penitenciario. Hace falta más bien considerar estos momentos como funciones accesorias, relojes y despertadores esparcidos aquí y allá durante la jornada a lo largo del día para indicarnos en qué punto estamos de la rutina.
Imagino que muchos antes que yo ya te lo habrán dicho: lee, escribe, dibuja, aprende húngaro, lee en húngaro, enseña italiano, haz ejercicio, cuida tu aspecto, limpia las baldosas de la celda con un viejo cepillo de dientes, cualquier cosa con tal de que sea una ocupación física, cerebral, o ambas. Como la más implacable burguesía milanesa, mide el tiempo en grupos de horas según tus propias actividades, y no según las que te dicten tus carceleros.
Lucha contra la apatía que se aferra a ti incluso cuando quieres mantenerla a distancia, sé que es difícil, pero para la posición en la que te encuentras no hay alternativa. Imagino la dificultad de dialogar con quien te rodea, las interrupciones y las incompresiones, imagino el color de los muros que te rodean, las grietas en el techo y el ruido en tu cabeza en las noches de insomnio. Resiste y lucha.
Te escribo para decirte que somos todos náufragos, fuera y dentro de las cárceles, testigos del peso de las injusticias que, en lugar de disminuir se multiplican, mientras frente a ellas crecen nuevos movimientos que intentan iluminar los horizontes desde la grisura de la fuerza sorda, del atropello y la indiferencia.
Desde aquí podemos decirte que, a pesar de las previsiones desastrosas del panorama actual, día tras día siguen creciendo y ramificándose las ideas que nos unen, tantas voces unidas en tantas raíces en cada rincón del mundo. De la fuerza creadora de la solidaridad podemos y debemos esperar algo bueno, sin saber si romperá el poder coactivo, los equilibrios mezquinos, las pésimas alianzas, todo esto no lo podemos saber, pero no renunciemos al esfuerzo de vivir el presente con una idea bien precisa de futuro. Luchemos contra el mañana que se nos concede amablemente y contra el miedo al apocalipsis que se avecina.
Aunque fuera cierto que no hay manera de recomponer un presente fragmentado y atomizado, no dejamos de reconocernos uno en el deseo del otro, como se han reconocido siempre los movimientos en las ideas y las estrategias en las acciones. Las autonomías resisten, nosotros, a pesar de todo resistimos. Querida Ilaria, resiste con nosotros.
Fuente: il manifesto, 4 de junio de 2024
Querido Luigi: Cuánto sufrimiento inútil detrás de esos muros
Querido Luigi:
Sólo pude leer tu carta cuando pasé a arresto domiciliario porque allá dentro era complicado hasta recibir correo. No nos hemos visto nunca, pero tus palabras me suenan muy familiares. Las sensaciones que cuentas puedo percibirlas nítidamente y aislarlas dentro de mí. Ese silencio del que hablas, que es más bien un grito ahogado. El sonido de las llaves, de los pasos, de los televisores, de abrir y cerrar.
Sí, es así para todos. Las jornadas interminables y los meses que pasan veloces. Realmente es así para todos. Y ese extraño estado de letargo, esa especie de duermevela en el que se confunden los sueños, los pensamientos y la realidad, tan diferente del dormir como del estar despierto.
Los muros que separan el interior del exterior, a los libres de los presos, las tinieblas de la luz, son más gruesos de lo que parecen a simple vista. Cuando estás dentro, a veces deseas muros infranqueables que te protejan de la irrupción del mundo exterior. A veces te ves obligado a alienarte para sobrevivir, porque la percepción del tiempo que corre duele demasiado y la angustia de lo que encontrarás cuando salgas es insoportable. Sin embargo, otras veces esos muros es como si no existieran. Aunque no tengas siquiera la oportunidad de recibir una carta, la solidaridad rebasa los barrotes y el alambre de espino. A veces sientes a los compañeros y compañeras a tu lado. Escuchas sus voces, sus abrazos, su aliento, como si no hubiera sucedido nada, como si nunca te hubieran detenido. Y entonces te sientes viva y consigues no hundirte.
Incluso mirándolos desde fuera, los muros carcelarios son mucho más poderosos que los ladrillos y el hormigón de los que están construidos. Son muros capaces de hacer invisibles a quienes viven dentro de ellos y de ocultar mundos subterráneos y olvidados. La voluntad de ocultar esos mundos a la vista de la gente libre, en las últimas décadas, también se ha hecho plásticamente evidente por la tendencia a construir prisiones fuera de los centros de población. Lo que ocurre dentro de las cárceles casi nunca se narra, no interesa a casi nadie. Esos muros, además de separar, expulsan. Y así, al considerar erróneamente la cárcel como un cuerpo extraño y no como parte de la sociedad, se legitima la desresponsabilidad del mundo exterior hacia el planeta enterrado de las prisiones. En realidad, estos lugares son parte integrante y producto de la sociedad en la que vivimos, y todo el mundo debería ajustar cuentas con el hecho de que las prisiones existen. Deberían asumir la responsabilidad de sus condiciones y de las personas que están encerradas en ellas, en lugar de fingir que no pasa nada o de hojear distraídamente las cifras que muestran, por ejemplo, el aumento de los suicidios en las cárceles italianas.
La cárcel, en teoría, debería tener también una función. Desde los albores de la humanidad, las sociedades han adoptado diferentes instrumentos para resolver las relaciones de injusticia en su seno, y el instrumento que caracteriza a la sociedad moderna es precisamente la prisión. Sin embargo, este instrumento no está en absoluto en condiciones de resolver los problemas que se propone afrontar, sino todo lo contrario. Y esto sucede porque, desgraciadamente, el enfoque de las relaciones de injusticia se hace desde una perspectiva equivocada. Existe una tendencia generalizada a taponar los problemas de la sociedad aguas abajo, en lugar de pensar en cómo podría intervenirse aguas arriba. En lugar de construir nuevas cárceles, añadir nuevos artículos al código penal y pedir penas más severas, habría que crear las condiciones para que dejaran de verificarse las relaciones de injusticia. En lugar de seguir construyendo muros materiales y metafóricos, se podría intentar construir una sociedad libre de explotación, desigualdad, discriminación, dominación patriarcal, guerra y cualquier otra cosa que fomente la proliferación de injusticias.
Creo que este es el deseo de todo compañero o compañera fuera o dentro de los muros. De toda persona que tenga en el corazón la justicia entendida como relación que sana y repara el tejido social, en lugar de desgarrarlo y fragmentarlo. Gracias por tu carta, por tu cercanía y solidaridad. ¡Resiste!
Fuente: il manifesto, 4 de junio de 2024
Luis GonzálezRubio Ibarra says
Excelente carta de Luigi a ilaria y viceversa. Total claridad ante un mundo desigual e injusto en el cuál hasta los sueños pagan impuestos.