- Ante todo, presenta las partes -gobierno de la República Bolivariana y la Plataforma Unitaria conformada por los miembros del G-4 Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo, más Copei, Movimiento Progresista y Convergencia.
- Después, presenta los principios en que se basa -Constitución, bienestar de la población, valores del ordenamiento jurídico del Estado, democracia inclusiva, cultura de tolerancia y convivencia política, derechos humanos, condiciones y garantías electorales, levantamiento de sanciones contra el Estado, rechazo a cualquier forma de violencia política, economía nacional productiva y solidaria, iniciativas humanitarias para vacunación y alimentos, construcción de visión de futuro conjunto, y acompañamiento internacional.
- Luego, establece la agenda: 1) derechos políticos para todos, 2) garantías, cronograma y observación electoral, 3) levantamiento de sanciones y retorno de activos retenidos en el exterior, 4) respeto al Estado Constitucional de Derecho, 5) convivencia política y social, renuncia a la violencia y reparación de las víctimas, 6) protección de la economía y de la población, 7) garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo acordado.
- Finalmente, indica los términos de la negociación: -intensa, integral, incremental y pacífica para acordar reglas de convivencia y respeto a la Constitución; -opera bajo el principio de que nada está acordado hasta que todo lo esté, podrá haber acuerdos parciales que aunque se ajusten serán irreversibles desde su emisión e incluidos en el acuerdo final; -cada parte delegará nueve miembros incluyendo mujeres; -habrá mecanismos de consulta con otros actores políticos y sociales; -tendrá acompañamiento internacional: Noruega facilitador, Holanda y Rusia acompañantes y un grupo de amigos del proceso.
Cambios entre uno y otro intento
Empezando 2018, el régimen chavista se mostraba fuerte con el control de la mayoría de alcaldías y gobernaciones luego de las elecciones no competitivas de 2017, que le ayudaron a profundizar un modelo autoritario hegemónico. En febrero, en República Dominicana, abandonó la mesa negociadora, convocó elecciones presidenciales que se realizaron en mayo 2018 con gran abstención, por sus irregularidades no fueron reconocidas, aumentaron la presión internacional la cual se sumó a los reclamos de organismos multilaterales y a los juicios que le siguen a Maduro. En septiembre de 2019 terminaron las siete rondas de diálogo en Oslo y Barbados entre chavismo y oposición, el régimen bolivariano celebró elecciones legislativas el 6 de diciembre 2020, sin participación de la mayoría de partidos opositores por falta de garantías; tampoco fueron reconocidas internacionalmente. Mientras tanto en Venezuela se agravaban las crisis política, institucional, social; la aguda recesión económica desde 2014 y la hiperinflación desde 2017 ahondan la pobreza, reducen el salario mínimo -va en dos dólares-, hasta el régimen se ha dolarizado.
El G4 en las elecciones legislativas del 2015 obtuvo la mayoría de la Asamblea Nacional (AN), y en 2017 convocó protestas contra el desconocimiento del oficialismo a la AN y su esfuerzo por controlar todos los poderes públicos. En enero 2019, frente a la reelección irregular de Maduro, Guaidó como presidente de la AN se declaró presidente interino, logró reconocimiento de más de 50 países y respaldo del 75% de venezolanos, pero los errores de su coalición -apoyada en la estrategia de Trump de amenazas y sanciones financieras, petroleras y personales para propiciar el quiebre del régimen chavista y militar- le redujeron el apoyo interno al 15% y fragmentaron aún más a la oposición. Henrique Capriles y un ala moderada de la oposición tuvieron acercamientos puntuales con el régimen sobre liberación de presos políticos y condiciones electotrales. A comienzos de enero 2021, la AN que presidía Guaidó generó una Comisión Delegada para extender su período y su gobierno interino, pero solo logró apoyo de pocos países. El 11 de mayo, Guaidó presentó la propuesta de Acuerdo de Salvación Nacional para un proceso de negociación entre fuerzas opositoras y el régimen de Maduro con presencia internacional que garantice elecciones libres y verificables y lleve a la reinstitucionalización. Ya no exige cese de usurpación ni gobierno de transición y ofrece incentivos al régimen como el levantamiento progresivo de sanciones a cambio de avances democráticos reales.
En 2021, fuerzas sociales, de trabajadores, académicas, empresariales, articuladas en especial en el Foro Cívico Nacional- han estimulado la atención de situaciones humanitarias y la selección de dos opositores dentro de los cinco rectores del nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), y han presionado al régimen a negociar y a la oposición a concretar acuerdos para solucionar urgentes asuntos venezolanos. El CNE ha tenido que realizar procesos de auditoría, registro electoral y revisión de inhabilitaciones a partidos opositores. Fedecámaras ha tratado de propiciar diálogos empresariales con el gobierno, mostrando que el camino es largo y no hay soluciones inmediatas, exigiendo que sin dilaciones las partes demuestren voluntad y compromiso con Venezuela, y ha ofrecido apoyo a iniciativas que promuevan la resolución de conflictos a través de la negociación, como la única opción para dirimir en paz las diferencias políticas y sociales con acuerdos inclusivos, sustanciales y fructíferos.
Ese contexto llevó tanto al régimen como a la Plataforma Unitaria a conversar hasta lograr el Memorando de Entendimiento que firmaron en México, el cual no plantea una negociación del todo o nada, asume que las dos partes pueden obtener concesiones mutuas y poner fin a una especie de empate de situaciones catastróficas para evolucionar al menos hacia elecciones creíbles y vigiladas internacionalmente, fortalecer la economía y evitar la violencia.
Las parten buscan recuperarse
Como lo muestran encuestas recientes, las dos partes llegan a México con escaso apoyo social, liderazgos políticos debilitado, y en muchos casos, erosionados o desacreditados. Ambos lados requieren legitimarse, han tenido que modificar su narrativa y han comenzado procesos que implican cambios en su posición así sea de manera contradictoria.
El régimen chavista vive tensiones internas además de las disputas entre Maduro y Cabello, que hasta ahora han evitado un conflicto mayor. Frente a las crisis que se agudizan saltan diferencias sobre qué hacer. Hay quienes rechazan la negociación, varios se oponen a que Maduro busque otra reelección en 2024 y esperan que haya alternancia. Otro tanto sucedió en la modificación de candidatos a alcaldes y gobernadores luego de las primarias del PSUV el 8 de agosto, que tuvieron baja participación. Como está urgido de romper el cerco financiero, Maduro pide a agroproductores solicitar a la mesa en México que se devuelva Monómeros a su dueño para que su producción surta a Venezuela, y ha tratado de hablar con el gobierno estadounidense para que levante o mitigue sanciones, pero esto requiere avances en la negociación. Tal vez por eso, dos días después de la firma del Memorando excarceló al opositor Freddy Guevara, que había sido detenido en julio pasado, aunque también se ha dicho que así trataba de evitar que Carlos Vecchio -a quien Guaidó designó en enero 2019 representante de Venezuela en Estados Unidos- esté en la mesa en representación de Voluntad Popular.
La oposición llegó a México como Plataforma Unitaria tratando de superar algo su fragmentación. En su nombre Gerardo Blyde firmó el Memorando y reconoció que cada lado ha tenido que ceder algo de su narrativa para lograr un punto medio de inicio; además, y en un intento de reconectarse con la población, les dijo a los venezolanos “sin importar con cuál parte te identifiques hoy, incluso si no te identificas con ninguna de ellas; si eres civil o estás uniformado; sin importar cualquier diferencia que podamos tener, te invitamos a darle una oportunidad a este proceso de entendimiento y a participar en la construcción y desarrollo de la agenda con tus propuestas e ideas. Mientras mayor sea tu apoyo, mayores probabilidades habrá de que no fracasemos en este serio intento por comprendernos”.
Una parte opositora asume que debe acabar la dualidad pues cada vez menos países reconocen a Guaidó aunque siguen respaldando su liderazgo. Miembros del G-4 venían cuestionando que sus partidos no decidieran participar en las elecciones del próximo 21 de noviembre. La prorroga al 1 de septiembre del plazo para inscribir candidatos -que era del 9 al 29 de agosto- sirvió a los partidos que integran la Plataforma Unitaria para informar que a través de la Mesa de la Unidad Democrática -que recupera su legalidad tras estar inhabilitada desde 2018-, presentan candidatos para alcaldes y gobernadores. Otros partidos opositores -como Vente Vz, Proyecto Venezuela, La Causa R- rechazaron participar tanto en la negociación en México como en esas elecciones regionales.
Retos de la negociación en México
Reuniones de las partes, previas al nuevo encuentro del 3 al 6 de septiembre, deberían avanzar en la definición de etapas, empezando por abordar asuntos como derechos políticos y civiles que lleven a la liberación de presos políticos, a quitar inhabilitaciones y judicialización de los partidos opositores, a lograr garantías electorales y mecanismos de justicia transicional.
El chavismo puede estar dispuesto a una apertura del sistema político pero no a una transición a la democracia pues la asume como riesgo para su permanencia en el poder. Maduro amenaza con instalar el “Estado comunal” que destruiría la descentralización y la territorialidad basada en alcaldías y gobernaciones como espacios de participación y democracia.
La oposición puede estar buscando reconocimiento político, reinserción democrática y mecanismos de convivencia con garantías para poder asumir el poder si gana las elecciones. La población no ha mostrado mayor interés pero esperaría que cualquier acuerdo ayude a resolver urgencias humanitarias de vacunación, alimentos, servicios públicos. Los avances en la negociación en México van a depender de las concesiones que cada parte haga pero también de cómo logren reenganchar a los venezolanos y de lo que pase en las elecciones de noviembre.
El acompañamiento internacional, resulta crucial. Desde que empezó su gobierno en 2021, Biden introdujo cambios en la política hacia Venezuela. A diferencia de Trump, no lidera una estrategia unilateral y de fuerza, prioriza lo humanitario y la salida electoral, hizo acuerdo con la Unión Europea y Canadá para propiciar la negociación, y levantar sanciones a medida que avance el proceso. En cambio, América Latina y el Caribe en su fragmentación, poco contribuyó al arranque de esta necesaria negociación; ojalá se produzca un mayor esfuerzo regional para que este nuevo intento logre acuerdos sustanciales que produzcan beneficios reales para el pueblo venezolano.
Socorro Ramírez
Foto tomada de: dw.com
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